Una cancioncilla media picaresca sobre Barcelona da el tono de inmediato de la cinta “Vicky Cristina Barcelona” (2008), escrita y dirigida por el cineasta estadounidense Woody Allen; y desde el inicio el espectador tiene claro que verá un filme que se inscribe en la línea de las comedias divertidas del realizador, más que en aquella en que las películas mezclan el humor con el drama, logrando mayor densidad en el producto final.
Si a esto sumamos que la pareja protagónica la conforman dos amigas estadounidenses que llegan de visita a Barcelona sin razones muy fundamentales, también rápidamente el espectador tiene la certeza de que el guión no tendrá la complejidad psicológica de otras cintas de Allen.
Vicky (Rebecca Hall) está a punto de casarse, sin mucha convicción y antes de casarse ha decidido viajar a Barcelona para recopilar antecedentes para una maestría que está realizando sobre la cultura catalana; alojándose en cada de unos tíos norteamericanos que viven en la ciudad española, Mark Marsh (Kevin Dunn) y Judy (Patricia Clarkson).
Cristina (Scarlet Johansson) acaba de dirigir un cortometraje, pero se encuentra en una constante búsqueda de sí misma y no tiene claro lo que quiere en términos vocacionales ni en términos de pareja. Ella dice que sólo tiene claro “lo que no quiere en la vida”, que la verdad tampoco está muy claro que es.
Allen, de 73 años, y proveniente de la literatura y del teatro, siempre se ha debatido en su filmografía entre la comedia burlesca e irónica, sobre todo en sus comienzos (“Bananas”, “Todo lo que Debes Saber sobre Sexo”, “Dormilón”) y una comedia más poética y psicológica y con elementos de drama y suspenso, línea en la cual ha desarrollado sus mejores trabajos (“Annie Hall”, “Interiores”, “Manhattan”, “Zelig”, “Días de Radio”, “Hannah y sus Hermanas” y “Match Point”). No por nada ha declarado que sus cineastas preferidos son Ingmar Bergman y Federico Fellini, lo que demuestra que desde siempre su cine ha tratado de parecerse más al europeo que a la típica comedia estadounidense.
En “Vicky Cristina Barcelona”, hay que decirlo, a pesar de sus intentos, Allen vuelve a sus orígenes y nos entrega una comedia que es un divertimento y que no logra calar en los temas que presenta. Por ejemplo, la posibilidad del triángulo y del cuadrilátero amoroso es un tema que había tratado con mayor profundidad y gracia Francois Truffaut en “Jules et Jim” en la década del ’70. Los personajes del pintor Juan Antonio Gonzalo (Javier Bardem) y su ex mujer y también pintora María Elena (Penélope Cruz), como integrantes de estas figuras geométricas amorosas, no resultan convincentes a grado cierto.
Por otro lado, la existencia de un narrador omnisciente ajeno a la trama (Christopher Evan Welch) releva al espectador de involucrarse más fuertemente con las imágenes, ya que se entera incluso de los pensamientos y sentimientos de los personajes por esta vía, que resulta demasiado literaria.
“Vicky Cristina Barcelona” no es una de las obras maestras de Allen, sino más bien un divertimento que nos deja claro que el cineasta lo pasa bien en Europa, pero que no siempre lograr las alturas que ha conseguido tiene que ver con el escenario elegido, por mucho que cuente entre sus tesoros calles medievales, la arquitectura de Gaudí y la pinturas de Miró.
Alvaro Inostroza Bidart
viernes, 23 de octubre de 2009
“VICKY CRISTINA BARCELONA”
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