viernes, 23 de octubre de 2009

“QUEMESE DESPUES DE LEERSE”

El humor negro, ya sea en el género de la comedia o en el drama, es una marca de estilo y de distinción en el cine de los hermanos Ethan y Joel Coen, brillantes representantes de las nuevas generaciones de cineastas estadounidenses.

Sus cintas anteriores demuestran la inteligencia de sus guiones y un gran manejo del lenguaje cinematográfico, que involucra al espectador de lleno en las acciones, provocando la risa, aunque la situación sea trágica o absurda. Filmes como “Simplemente Sangre”, “Educando a Arizona”, “El Gran Salto”, “Barton Fink”, “Fargo”, “El Gran Lebowski”, “El Amor Cuesta Caro”, “El Hombre que Estuvo Allí”, “El Quinteto de la Muerte” y “Sin Lugar para los Débiles”, entre otras, manifiestan una consecuencia a toda prueba.

En “Quémese después de Leerse”, en clave comedia, los hermanos Ethan y Joel Coen, de 51 y 54 años respectivamente. recrean una vez el absurdo de la existencia humana, a través de un grupo de personajes, entre los cuales se enseñorea la infidelidad, el cinismo, el interés y la incapacidad de amar y de entregarse.

Como paradoja, el único personaje rescatable en relación a sus valores, es un analista de la Central de Inteligencia Americana (CIA), Osbourne Cox (John Malkovich), que renuncia al resistirse a ser trasladado por razones que no son profesionales y que él define como “políticas”. Los demás son paradigmas de la insensibilidad moderna. Su esposa, Katie (Tilda Swinton), planifica de inmediato el divorcio apenas renuncia, a pesar de que le es infiel hace tiempo con el mediocre funcionario de Tesorería, Harry Pfarrer (George Clooney).

El grupo de protagonistas lo completan dos singulares empleados de un gran gimnasio: Linda Ltzke (Frances McDormand), solterona, cuya única obsesión es encontrar pareja, para lo cual cree que debe hacerse cuatro operaciones de cirugía estética en una; y Chad Feldheimer (Brad Pitt), amanerado y frívolo, y que no mide las consecuencias de sus acciones, que desatan una de enredos notables, acicateadas por la obsesión de su amiga, delirante y esquizoide.

Tal vez allí radica la única crítica que se puede hacer a la cinta: que los personajes y el guión, de tan intelectualizados, resultan por momentos fríos y caricaturescos, perdiendo la humanidad que los hace creíbles y cercanos, haciendo al espectador pensar, más que reírse de la estupidez y de las debilidades humanas y de sus instituciones más señeras, como la CIA en este caso.

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