viernes, 23 de octubre de 2009

“PROMESAS DEL ESTE”

Algunos habitantes de la desaparecida Unión Soviética, que han emigrado a Gran Bretaña, buscando mejores alternativas de vida, han tenido que utilizar su cuerpo para subsistir, ya sea a través de la prostitución o de la violencia, incorporándose a la mafia rusa, que es bastante poderosa en ese país y en Europa central.

Esta es la anécdota detrás de “Promesas del Este” (2007), la última cinta del importante cineasta canadiense David Cronenberg, quien en sus películas sistemáticamente ha buceado en el horror humano, incubado a través del cuerpo, ya sea por enfermedades, mutaciones o la acción violenta de terceros. El ser humano sufre el terror por agentes más poderosos, por su fragilidad, su finitud y su propia mente, que alimenta y cataliza sus propios miedos.

En su recorrido, que comenzó a inicios de la década de los ’70, Cronenberg, de 65 años, ha pasado desde un horror directo a la muerte y sus engendros (“Cromosoma”,1979; y “Scanners”, 1981); a incorporar elementos de ciencia ficción (“Videodrome”, 1983; “Zona Muerta”, 1983; “La Mosca”, 1986); y finalmente, en su etapa de madurez, su visión considera el terror producto de la violencia del hombre consigo mismo y de sus propios fantasmas y miserias, con notables cintas como “Mortalmente Parecidos” (1988), “El Almuerzo Desnudo” (1991), “Madame Butterfly” (1993), “Crash” (1996), “eXistenZ” (1999), “Spider” (2002) y “Una Historia Violenta” (2005).

En “Promesas del Este”, queda patente que el cuerpo, aparte de ser el habitáculo del alma y el depositario de los sentidos, puede ser un soporte para escribir la historia y el rango de la persona mediante los tatuajes que ha recibido voluntariamente en su paso por las cárceles y organizaciones que lo han reclutado.

Es el caso del protagonista, Nikolai (Viggo Mortensen), quien utiliza su cuerpo como carta de presentación de su accidentada historia personal y que ofrece como papel para registrar su ingreso formal a la mafia rusa, con las estrellas en las rodillas y en el pecho sobre el corazón. Pero los sucesos del filme se encargan de aclararnos que el cuerpo también puede mentir, ya que es un simple instrumento de las maquinaciones y debilidades humanas.

Otra de las funciones del cuerpo, el gusto y la comida, está representada por uno de los jefes de la mafia rusa en Londres, Semyon (Armin Mueller-Stahl), dueño de un magnífico restorán de comida rusa, donde a pesar del arte que allí se entrega, gastronomía y música, se esconde y se planean terribles muertes y negocios; es decir otra apariencia engañadora y seductora, par encubrir el delito y el pecado. Su hijo, Kirill (Vincent Cassel), a pesar de ser presentado inicialmente como un corrupto, matón y alcohólico, demuestra que posee sentimientos nobles y que al revés de su padre, a veces se deben mostrar más cualidades de las reales, para proteger las íntimas y verdaderas, en una señal de esperanza renovadora y ambigua.

Este cuarteto de personajes simbólicos, lo completa la comprometida Anna (Naomi Watts), obstetra del hospital público de Londres, cuya misión es recibir en Navidad a Christine, producto de una violación a su madre adolescente rusa Tatiana, que ha muerto en el parto y que ha dejado su diario de vida, como testimonio de su calvario, el mismo que han sufrido muchas jóvenes que han emigrado desde el este, por las brumosas promesas de Occidente.

Alvaro Inostroza Bidart

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