Una de las opciones para retratar una ciudad como el París actual en un filme es llevar a la pantalla un guión con muchas vidas, con muchas historias; con un escenario común y evocador: calles, paseos, techos, edificios, desfiles de moda, cafés, restoranes, parques, en el agitado devenir cotidiano de la modernidad.
La mejor manera, sin duda, para resolver esta diversidad de personajes y locaciones, sin pecar de superficial con una mirada periodística, es el montaje paralelo, que permite desarrollar alternadamente las distintas historias, aunque por momento se crucen o se rocen, para lo cual lo recomendable es que haya un hilo conductor o un personaje central, que concentre el nudo narrativo, del cual salgan las hebras de las pequeñas historias.
Esta alternativa es la que asume la cinta “Paris” (2008), escrita y dirigida por el cineasta francés Cédric Klapisch, uno de los importantes directores de las nuevas generaciones de la cinematografía gala. Klapisch, de 47 años, había dirigido anteriormente 7 cintas, que le habían construido un lugar entre la crítica, con algunos éxitos de público: “Nada de Todo” (1992), “La Peligrosa Juventud” (1994), “Cada uno Busca su Gato” (1996), “Un Aire de Familia” (1996), “Quizás” (1999), “Casa de Locos” (2002), “Ni a Favor ni en Contra, sino Todo lo Contrario” (2002) y “Las Muñecas Rusas” (2005).
En este caso, el hilo conductor es la propia Ciudad Luz, con sus rincones y recovecos, una de las más hermosas del mundo y el destino turístico más visitado en el planeta, asociada a importantes eventos de la Historia y la Cultura. Pero “París” no es un documental ni un reportaje, sino una buena cinta que retrata esta urbe, con una visión personal y moderna, encarnada en personajes creíbles, humanizados y que evolucionan en el transcurso de la película, en razón de los conflictos que están viviendo.
La narración se ordena en torno a Pierre (Romain Duris), ex bailarin de danza moderna, al cual diagnostican una insuficiencia cardíaca severa, que implica necesariamente un trasplante de corazón; y su hermana Elise (Juliette Binoche), que decide irse a vivir con él, junto a sus dos hijas pequeñas, para acompañarlo en los que pueden ser sus últimos días.
Desde el balcón de su departamento, con una mirada bastante existencial, Pierre entretiene sus días observando las vidas de sus vecinos, a la espera de que lo llamen para la operación y realizando una suerte de revisión de sus afectos y de su vida pasada; y tratando de hacer algunas cosas por última vez, ante la inminencia de la muerte. En el entorno del barrio y como parte de las nuevas relaciones que establece Elise, el espectador conocer una galería de personajes, que de alguna manera intentar dar cuenta de la variedad de tipos que pueblan París: un profesor universitario experto en la historia de París, caseros del mercado local, una joven universitaria, una bellas modelos, que corren el riesgo de ser tratados con menor profundidad que la pareja protagónica.
“París” es una cinta dinámica, multifacética y entretenida; que elige la opción de un montaje paralelo e intenso, para entregarnos una visión actual de la capital francesa, que se debate entre la modernidad y el respeto a sus tradiciones, con personajes que tanto ayer como hoy necesitan afecto y un sentido para sus vidas.
Alvaro Inostroza Bidart
La mejor manera, sin duda, para resolver esta diversidad de personajes y locaciones, sin pecar de superficial con una mirada periodística, es el montaje paralelo, que permite desarrollar alternadamente las distintas historias, aunque por momento se crucen o se rocen, para lo cual lo recomendable es que haya un hilo conductor o un personaje central, que concentre el nudo narrativo, del cual salgan las hebras de las pequeñas historias.
Esta alternativa es la que asume la cinta “Paris” (2008), escrita y dirigida por el cineasta francés Cédric Klapisch, uno de los importantes directores de las nuevas generaciones de la cinematografía gala. Klapisch, de 47 años, había dirigido anteriormente 7 cintas, que le habían construido un lugar entre la crítica, con algunos éxitos de público: “Nada de Todo” (1992), “La Peligrosa Juventud” (1994), “Cada uno Busca su Gato” (1996), “Un Aire de Familia” (1996), “Quizás” (1999), “Casa de Locos” (2002), “Ni a Favor ni en Contra, sino Todo lo Contrario” (2002) y “Las Muñecas Rusas” (2005).
En este caso, el hilo conductor es la propia Ciudad Luz, con sus rincones y recovecos, una de las más hermosas del mundo y el destino turístico más visitado en el planeta, asociada a importantes eventos de la Historia y la Cultura. Pero “París” no es un documental ni un reportaje, sino una buena cinta que retrata esta urbe, con una visión personal y moderna, encarnada en personajes creíbles, humanizados y que evolucionan en el transcurso de la película, en razón de los conflictos que están viviendo.
La narración se ordena en torno a Pierre (Romain Duris), ex bailarin de danza moderna, al cual diagnostican una insuficiencia cardíaca severa, que implica necesariamente un trasplante de corazón; y su hermana Elise (Juliette Binoche), que decide irse a vivir con él, junto a sus dos hijas pequeñas, para acompañarlo en los que pueden ser sus últimos días.
Desde el balcón de su departamento, con una mirada bastante existencial, Pierre entretiene sus días observando las vidas de sus vecinos, a la espera de que lo llamen para la operación y realizando una suerte de revisión de sus afectos y de su vida pasada; y tratando de hacer algunas cosas por última vez, ante la inminencia de la muerte. En el entorno del barrio y como parte de las nuevas relaciones que establece Elise, el espectador conocer una galería de personajes, que de alguna manera intentar dar cuenta de la variedad de tipos que pueblan París: un profesor universitario experto en la historia de París, caseros del mercado local, una joven universitaria, una bellas modelos, que corren el riesgo de ser tratados con menor profundidad que la pareja protagónica.
“París” es una cinta dinámica, multifacética y entretenida; que elige la opción de un montaje paralelo e intenso, para entregarnos una visión actual de la capital francesa, que se debate entre la modernidad y el respeto a sus tradiciones, con personajes que tanto ayer como hoy necesitan afecto y un sentido para sus vidas.
Alvaro Inostroza Bidart
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