viernes, 23 de octubre de 2009

“LOS EXPEDIENTES SECRETOS X: QUIERO CREER”

El resultado ha sido disparejo cuando se ha intentando llevar al cine a exitosas series de televisión, ya que finalmente la calidad del producto cinematográfico dependerá del nivel del guión y de la mano y del ojo del director.

Esto se ratifica con “Los Expedientes Secretos X: Quiero Creer” (2008), dirigida, escrita y producida por el propio creador de la serie, el estadounidense Chris Carter, en lo que es su primera incursión como director de largometrajes, la verdad que no con el nivel estético que se puede exigir a una buena cinta de ciencia ficción.

Carter, de 51 años, estudió periodismo y trabajó como guionista en los estudios Disney. En 1993 creó la serie “The X Files”, de la cual dirigió capítulos entre 1994 y 2002. Además, creó las series “Millenium” (1996) y “Harsh Realm” (1999) y escribió el guión de la primera versión cinematográfica de la serie, la cual se llamó “Los Expedientes Secretos X: Combate al Futuro” (1998), que dirigió Rob Bowman y que tampoco convenció del todo.

En esta nueva versión, los problemas principalmente se encuentran en el guión, ya que Gillian Anderson (la doctora y ex agente del FBI Dana Scully) y David Duchovny (el ex agente y psíquico Fox Mulder) cumple en eficientemente su trabajo actoral, con una relación sentimental asumida, a pesar de que viven en distintas ciudades y de que están sumidos cada uno en diferentes actividades y actitudes frente a la vida.

Scully ejerce la medicina y está obsesionada por salvar al pequeño Christian Fearon (Marco Niccoli), que posee una extraña enfermedad mortal, para la cual no hay tratamiento. Mulder, por su parte, se encuentra recluido en una casa de campo, también obsesionado, pero en su caso con todos los casos extraños que aparecen en los periódicos, cuyos recortes clava en los saturados muros.

Como es de esperar, el FBI decide pedirle ayuda a Scully, para que ubique a Mulder y lo convenza de colaborar en la desaparición de una agente del FBI, que se teme fue secuestrada, gracias a la decisión de la oficial Dakota Whitney (Amanda Peet), una de los pocos que aún tienen fe en los poderes de Mulder. En el caso se encuentra ayudando otro supuesto psíquico, un sacerdote pedófilo, Joseph Crismann (Billy Connolly), sobre cuyas capacidades recaen fundadas sospechas.

La trama se complica más cuando aparece una suerte de mafia rusa, con médicos y enfermeras incluidas, que se dedica a traficar con órganos de las víctimas desaparecidas; que además pretender salvar y rejuvenecer a uno de sus líderes con el trasplante de miembros vitales, entre ellos la cabeza y las extremidades, lo que acerca al argumento al género policial, y bastante bizarro, más que a las experiencias con extraterrestres de la serie televisiva, y que por lo demás le otorgaron su fama entre los seguidores de lo paranormal.

Si bien es cierto, el espectador puede sufrir una legítima decepción porque Mulder no utilice sus poderes para hacernos pasar otra aventura de alienígenos, con la oscura esperanza de ubicar a su hermana secuestrada por éstos, se puede señalar a favor de la cinta que se mantiene la soterrada y curiosa relación sentimental de él con Scully, lo que no les impide tomarse la mano y compartir la cama, sin ningún compromiso.

Alvaro Inostroza Bidart

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