viernes, 23 de octubre de 2009

“KUNG FU PANDA”

En la industria de la animación estadounidense se ha producido una sana e interesante competencia que, finalmente, ha beneficiado a los espectadores; ya que los filmes son cada vez mejores desde el punto cinematográfico, ya que, aunque dibujados digitalmente, sus realizadores se preocupan de utilizar el lenguaje fílmico, como guión y montaje, sin olvidarse del efecto pantalla, es decir de introducirnos en la historia con planos y movimientos de cámara.

La dos compañías que luchan por la supremacía en esta etapa son la alianza Disney-Pixar, que estrenó recientemente “Wall-E”; y Dream Works, de Steven Spielberg, de la cual comentamos su último estreno, una historia ambientada en China, cuyo personaje central es un gran y gordo Oso Panda, llamado Po, que trabaja con su padre en su restorán; y que lo único que sueña es llegar a ser un guerrero Kung Fu.

El templo del maestro Shi Fu, queda por supuesto en la cima de una gran montaña, rodeada de nubes y allí enseña a los cinco guerreros que todos admiran: la tigresa, el mono, la mantis, la víbora y la grulla, los cuales esperan convertirse en el gran guerrero rojo y recibir el antiguo manuscrito que el maestro de Shi Fu, Oogway, ha colocado en un lugar inalcanzable, a la espera del elegido.

Después de una aparatosa llegada a la ceremonia donde se ungirá a este gran guerrero, inexplicablemente Oogway indica que Po es el elegido; por lo cual tendrá que seguir un camino de aprendizaje y fortalecimiento, para enfrentarse a Tai Lung, descarriado ex alumno favorito de Shi Fu y que se liberará de la supuestamente mayor y más segura prisión, para intentar hacerse del sagrado y revelador manuscrito.

Esta es básicamente la historia de “Kung Fu Panda” (2008), que fue dirigida por Mark Osborne y John Stevenson; y que como se ve tiene varios elementos comunes a otras cintas de animación: la falsa apariencia de Po, que lo hace aparecer como alguien incapaz de ser maestro de Kung Fu; los secretos de sabiduría y que en realidad sólo remiten a lo que hay dentro de los propios protagonistas; los largos y trabajosos episodios de aprendizaje, que se sobrellevan sólo cuando potenciamos nuestras fortalezas y que finalmente son el único modo de vencer a los que se apoyan en el odio y el resentimiento.

El mayor mérito, por lo mismo, de “Kung Fu Panda” no radica tanto en la historia, sino en algunos logrados personajes, como el propio Po, los maestros Shi Fu y Oogway y Tai Luna; pero por sobre todo en el tratamiento visual de las secuencias y escenas de la película, con una clara vocación fílmica, que permite tanto a niños como a adultos, aproximarse a los hechos como a través de varias cámaras en movimiento y por lo tanto tener una experiencia cinematográfica total e intensa.

Lo interesante es que sus directores pertenecen a las nuevas generaciones dentro del rubro. Osborne, aparte de realizar una cinta con actores, “Dropping Out” (2000), había dirigido la serie televisiva “Bob Esponja”, así como la versión cinematográfica; y Stevenson había trabajado en la animación y el arte de cintas como “Madagascar” y “Shrek 2”, lo que garantiza que esta sana competencia entre los grandes de la animación norteamericana tiene para rato, para beneficio de todos los que gustan del buen cine, sea cual sea su formato.


Alvaro Inostroza Bidart

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