viernes, 23 de octubre de 2009

“HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRINCIPE”

No necesariamente una cinta con éxito de taquilla, y por lo tanto comercial, tiene que ser clasificada como cine de escaso valor; y la saga de “Harry Potter” es una buena demostración de ello.

Cada nueva versión supera a la anterior en recaudación, pero esto no impide que se reconozcan en estos filmes ciertos elementos a destacar; lo cual no es menor; porque si los productores reconocieran estos aspectos, perfectamente podrían conjugar la elaboración de un producto masivo con variables estéticas, que les aseguraría el éxito financiero y una valoración dentro de la historia del cine, un arte que puede ser a la vez personal y de masas.

Vale la pena recordar que el cine, en sus comienzos, a principios del siglo XX, recurrió a probadas fórmulas de la literatura para lograr el éxito comercial, la única preocupación que entonces tenían las productoras. Y uno de estos recursos fue copiar del folletín la entrega por capítulos, para generar de este modo la expectación y la fidelización por parte del espectador, tanto hacia la historia y el argumento como hacia los personajes, que iban viviendo y madurando junto con los propios lectores..

En este caso, además, la versión fílmica es una adaptación de una gran novela por entrega, dedicada especialmente al público juvenil, sobre las historias del niño mago Harry Potter, ahora adolescente, escrita por la escritora contemporánea británica J.K.Rowling, lo que desde ya asegura un público ganado de antemano y guiones con una importante estructura narrativa.

La existencia de un mundo donde impera la magia y lo sobrenatural, paralelo al prosaico mundo de los seres ordinarios, donde se pueden presenciar actos propios de la fantasía y la imaginación, es un incentivo adicional para aquellos espectadores ansiosos de experiencias que rocen lo extraordinario.

Por otro lado, la existencia de personajes bien definidos y bien interpretados es otro punto a su favor. En esta, la sexta entrega, “Harry Potter y el Misterio del Príncipe” (2009), dirigida por el británico David Yates, esto se ratifica: a Harry (Daniel Radcliffe) y sus amigos Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson), se suman con roles más importantes la hermana de Ron, Ginny (Bonnie Wright), emparejándose entre ellos, con un claro ingrediente romántico; y en el otro bando, Draco Malfoy (Tom Feton).
En el ámbito de los maestros, a los ya clásicos Albus Dumbledore (Michael Gambon), Severus Snape (Alan Rickman), Hagrid (Robbie Coltrane) y Minerva McGonagall (Maggie Smith), se agrega Horace Slughorn (Jim Broadbent) y los pérfidos Fenrir Greyback (Dave Legeno) y Bellatrix (Helena Bonham Carter), que anuncian para la próxima entrega la recaída con fuerza del Señor del Mal, Voldemort.

Otro aspecto es la elección de reputados realizadores para dirigir las distintas versiones de la saga, permitiendo que éstos manifiesten su estilo en el uso del lenguaje cinematográfico. La primeras cuatro entregas fueron dirigidas por Chris Columbus, Alfonso Cuarón y Mike Newell; y a partir de la quinta, “Harry Potter y la Orden del Fénix” (2007), la mano la tomó Yates, quien ya se encuentra filmando la séptima y la octava: “Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte”, primera y segunda parte y que se estrenarán en 2010 y 2011.

Yates, de 46 años, es sin duda el menos conocido de los cuatro directores, pero no necesariamente el menos talentoso. Destacado por sus cortometrajes y la dirección de series televisivas y telefilmes para la BBC de Londres, antes de dirigir a Potter sólo tenía una largometraje: “The Tichbonne Claimant” (1998), trabajos que le abrieron las puertas de la industria del cine.

Conocido por el uso de la cámara en mano, en esta última entrega también se destaca por el uso de todo tipo de planos y movimientos de cámara; y la utilización de flash blacks para intervenir la linealidad del relato y para permitir al espectador conocer a través de los recuerdos, la infancia y adolescencia de Tom Ridlle en el Colegio de Hogwarts, el futuro Señor del Mal.

Alvaro Inostroza Bidart

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