viernes, 23 de octubre de 2009

“ELIZABETH, LA EDAD DE ORO”

Hacer una película sobre un personaje histórico también se podría decir que es un adaptación, ya que no existe una sola versión de los hechos del pasado; más aún si el cineasta reconoce que su interés no ha sido la fidelidad histórica, sino más bien la recreación y recuperación de un mito histórico excepcional, como expresión de las posibilidades de la especie humana, bajo circunstancias únicas e irrepetibles.

Esta reflexión es válida en relación a “Elizabeth, la Edad de Oro” (2007) del director indio Shekhar Kapur, continuación de la cinta que también dirigió en 1998, “Elizabeth”, que significó su primer filme fuera de la India y su consagración internacional, prestigio que ratificó con “Las Cuatro Plumas” (2002) con Kate Hudson y Heath Ledger, a pesar de que esta cinta fue tratada de anti-británica.

Kapur, de 62 años, con anterioridad había realizado una corta pero exitosa carrera en la India, con las cintas “Masoom” (1983), “Mister India” (1987), “Reina Bandida” (1994) y en la co-dirección, con Bunty Soorma, de “Dushmani: una Violenta Historia de Amor” (1995), que lo proyectaron como uno de los nuevos valores de la cinematografía de su país.

En “Elizabeth, la Edad de Oro” recrea el período más crítico de la reina protestante Elizabeth I de Inglaterra (Cate Blanchett en un notable papel); aquel cuando debe enfrentar la conspiración liderada por el jesuita Robert Merton (Rhys Ifans) y de su prima católica María Estuardo, Reina de Escocia (Samantha Morton), que permanece encarcelada y cuya traición le cuesta la vida. Esto desata la guerra con España, el país más poderoso del mundo en ese momento, siglo XVI; y cuyo rey, Felipe II (Jordi Mollá) es considerado el monarca más católico y cercano al Papa.

La cinta combina notablemente estos aspectos y personajes históricos con la personalidad de Elizabeth, la reina virgen, y de sus allegados; entre ellos, Sin Francis Walsingham (un impecable Geoffrey Rush); su confidente Bess Throckmorton (Abbie Cornish) y el corsario Sir Walter Raleigh (Clive Owen), en cuyo tratamiento y relación con Elizabeth predomina la ficción, o al menos la libertad de la especulación.

No obstante, el objetivo central, la construcción del personaje de Elizabeth I, que inició uno de los períodos de mayor libertad, paz y desarrollo de Gran Bretaña, en su complejidad como líder y como persona, rodeada de intrigas, admirada; pero también aislada y temida en su poder y en su fortaleza, que le permitió vencer a la mayor potencia mundial de entonces y a los conspiradores que intentaron asesinarla.

El peligro, de que una cinta histórica, se quede en la superficie y termine transformándose en una cinta de aventuras, sobre todo cuando hay acciones espectaculares, como una batalla naval, es bien sorteado por Kapur, que trata con respeto y compromiso, sobre al personaje central; y combina, con equilibrio, sus apariciones públicas y aquellas más íntimas, que permiten armarnos una imagen global de una reina mítica, aunque sea la personal, pero sustentada, que nos transmite el autor de del filme.


Alvaro Inostroza Bidart

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