viernes, 23 de octubre de 2009

“EL CLAVEL NEGRO”

La interpretación de la historia reciente de Chile se ha vuelto un tema recurrente en nuestra cinematografía, lo que sin duda demuestra que se hace necesaria esta revisión para lograr un consenso histórico que aún no llega.

Ahora, cuando este análisis se hace con los ojos de un cineasta extranjero, a través de la participación de un personaje real de su país, con un rol protagónico en los sucesos relatados, la visión, aparte de ser singular y diferente, resulta sumamente interesante y aportativa, ya que como chilenos nos vemos en un espejo más objetivo y más imparcial, entregando una nueva visión sobre la identidad nacional.

Es lo que ocurre con la cinta “El Clavel Negro” (2007) del cineasta sueco Ulf Hultberg, que cuenta un período específico de la vida del diplomático de ese país Harald Edelstam (1937-1989); precisamente desde que fue nombrado embajador en Chile en 1972 hasta diciembre de 1973, cuando es declarado Persona Non Grata por el Gobierno Militar, por su apoyo irrestricto a los Derechos Humanos de los perseguidos y detenidos políticos después del Golpe, labor por la cual se habrían salvado más de mil personas, entre ellos más de cincuenta uruguayos, muchos de los cuales rescató desde los mismos centros de detención, como el Estadio Nacional.

El filme, co-producción sueco-mexicana, fue filmada mayoritariamente en Santiago de Chile y como parte de su puesta en escena se lograron acertados trabajos de reconstitución de época, sin cargar las tintas hacia ningún bando; especialmente en el Estadio Nacional, en las calles de la capital, en sus poblaciones y en las embajadas de Suecia y Cuba, de la cual se hizo cargo Edelstam como protectorado.

Otro de los méritos del filme es el rescate del olvido de este personaje que, ni siquiera en Suecia ha sido justamente valorado. Edelstam (Michael Nyqvist) entró joven a la vida diplomática, cumpliendo misiones en la Segunda Guerra Mundial en Berlín y en Oslo, donde recibió el apodo de Clavel Negro, por ayudar a los judíos perseguidos por los nazis. Esta etapa de su vida aparece reiteradamente en el filme, como recuerdos y pesadillas que no lo dejan en paz, y a la cual la realidad chilena lo retrotrae con cada injusticia.

Antes de ser nombrado en nuestro país, Edelstam tuvo misiones en Viena y en Guatemala; y después de Chile fue recibido con indiferencia y recelo en Suecia, siendo después de un tiempo nombrado embajador en Argelia, destinación que nadie quería asumir. En un gran acierto, el filme muestra al final, cuando ya están pasando los créditos, un trozo de una entrevista televisiva a Edelstam, posterior a su estadía en Chile; en la cual se aprecia a un Edelstam sonriente y afable, absolutamente humano y satisfecho con la labor realizada durante su cargo en Santiago.

Otra de las fortalezas de la cinta son las actuaciones, que construyen personajes creíbles y para nada estereotipados. Destacan los mexicanos Daniel Giménez-Cacho (oficial Ricardo Fuentes), Kate del Castillo (Consuelo Fuentes) y Lumi Cavazos (Ana Contreras), la sueca Lisa Werlinder (Susanne), el noruego Carsten Norgaard (Winther) y los chilenos Cristián Campos (oficial Maldonado) y Luis Gnecco (funcionario de la Cancillería).


Alvaro Inostroza Bidart

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