viernes, 23 de octubre de 2009

“APARICIONES”

Cunden las cintas sobre fantasmas y fenómenos paranormales. Dicen que ésta se basa en el único hecho en la historia de Estados Unidos que se encuentra más documentado y que se conoce como el episodio de la “Bruja de Bell”. Sin embargo, la mayor fundamentación de este caso no implicó una cinta de impacto superior, tanto en lo audiovisual como en las emociones que produce en el espectador, a pesar de las buenas actuaciones.

“Apariciones” (2005) fue dirigida y escrita por el cineasta canadiense Courtney Solomon, basada en la novela “La Bruja de Bell” de Brent Monahan, que recreó los hechos ocurridos en Tennessee, entre 1818 y 1820. Solomon, de 36 años, había dirigido anteriormente sólo un largometraje: “Dragones y Mazmorras” (2000), sobre el conocido cómic del mismo nombre, con la actuación de Jeremy Irons, sin buenos resultados de taquilla ni de crítica.

Ahora insiste con esta historia de fantasmas que, como lo plantea la cinta, sería una proyección mental de una fuerza sobrenatural de la adolescente Betsy Bell (Rachel Hurd-Wood), que en su momento se confundió con una posesión demoníaca o con una maldición de una supuesta bruja, vecina de los Bell; y que maldijo al jefe de familia, John Bell (Donald Sutherland), y especialmente a su preciada hija Betsy, al perder un juicio en tribunales contra él.

Lo singular de esta aparición es que era de una presencia física impresionante, siendo advertida por la madre, Lucy Bell (Sissy Spacek); por el hijo mayor, John Bell Jr. (Tom Fell); por el profesor del pueblo, Richard Powell (James D’Arcy), que busca afanosamente explicaciones lógicas para los innegables hechos; por un amigo de la familia, James Johnston (Matthew Marsh), que intentan exorcizar al infructuosamente al supuesto demonio; y por supuesto el propio dueño de casa, quien sufre manifestaciones en su propio cuerpo del inexplicado fenómeno.

Durante dos años, todo este grupo se instala en la casa Bell como un verdadero campamento, para enfrentar unidos los acontecimientos, siendo testigos impávidos del deterioro que van sufriendo tanto Betsy como John, que a todas luces están relacionados en el origen del fenómeno y, como postula la cinta, también en su desenlace, tomando una opción discutible en la interpretación de estos hechos.

A pesar de las buenas actuaciones, la cinta no logra sobrecoger; tal vez porque sus procedimientos para atemorizar están un tanto gastados. Los ruidos en el piso superior, las puertas que se cierran, los objetos que se caen son artilugios demasiado utilizados. Incluso el que Betsy flote en el aire recuerda inevitablemente a “El Exorcista”, al igual que otros efectos.

Se echa de menos una mayor transformación psíquica de Betsy, aparte de su mutismo; sobre todo que la cinta opta por una explicación más psicológica, cimentada en la fuerte relación emocional entre padre e hija, cuya desviación traumatizante, habría provocado en Betsy, como mecanismo de defensa, la creación de un alter ego, un ente poderoso y fantasmal, que se movía en el plano de lo supranormal.


Alvaro Inostroza Bidart

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