viernes, 23 de octubre de 2009

“ANTES QUE EL DIABLO SEPA QUE HAS MUERTO”

Hay grandes directores de cine que sufren períodos de olvido o bien que efectivamente su producción tiene un bajón, relacionado con la presión que significa generar regularmente recursos para la subsistencia familiar o con etapas de sequía creativa. Afortunadamente algunos de estos importantes autores lograr superar estas crisis y recuperan el sitial que merecen, logrando de paso un nivel que roza con la maestría, acorde con el hecho de que algunas de sus cintas ya son verdaderos clásicos.

Es el caso del cineasta estadounidense Sydney Lumet, de 84 años, del cual nos llega su último estreno, “Antes que el Diablo sepa que has Muerto” (2007), que ratifica su tremendo talento para tratar temas de índole moral y de cómo resulta muy difícil enderezar y justificar los acontecimientos generados a partir de decisiones torcidas; y que, al contrario, estos hechos se concatenan bajo el efecto “bola de nieve”, terminando inexorablemente en una tragedia de proporciones.

Lumet, luego de un importante paso por la televisión, dirigió su primer largometraje en 1957: “Doce Hombres en Pugna”, que de inmediato lo posicionó como un gran director. Luego, entre muchos filmes se destacaron “Piel de Serpiente” (1959), “Larga Jornada hacia la Noche” (1962), “El Prestamista” (1964), “La Gaviota” (1968), “Serpico” (1973), “Tarde de Perros” (1975), “Network” (1976) y “Eqquus” (1977), que le garantizaron un lugar en la historia del cine. A continuación tuve un período gris, del cual sólo comenzó a salir en 1989 con “Negocios de Familia” y con otras pocas como “Distrito 34” (1990), “Un Extraño entre Nosotros” (1992) y “Gloria” (1999).

“Antes que el Diablo sepa que has Muerto” narra la historia de dos hermanos Andy Hanson (Philip Seymour Hoffman) y Hank (Ethan Hawke), agobiados por problemas económicos, a los cuales se suman condiciones existenciales adversas distintas en cada caso. Andy es un ejecutivo exitoso, pero no ha superado el sentirse no querido por sus padres, Charles (Albert Finney) y Nanette (Rosemay Harris) y los problemas sentimentales y de comunicación con su bella esposa, Gina (Marisa Tomei). Hank, por otro lado, es separado y tiene un hijo que vive con su ex mujer, la cual lo presiona para que los mantenga, lo que no logra con su exiguo sueldo, sintiéndose culpable y amargado.

En este contexto a Andy se le ocurre un modo desastroso de conseguir dinero fácil: robar la joyería asegurada de sus propios padres, procedimiento del cual logra convencer a Hank con mucha dificultad, lo que vaticina el camino de perdición que provocara este camino reñido absolutamente con la confianza, la honestidad y el espíritu que debe animar a una familia, incluso y sobre todo en los momentos de crisis de algunos de sus miembros.

Desde dicha decisión, la cinta adquiere un ritmo enervante, que no permite al espectador estar en calma; y no sólo por lo bien que están construidos los personajes y las situaciones, sino sobre todo por el conflicto parricida y autodestructivo que subyace en cada una de las acciones de los hermanos, que llevan adelante con el objetivo de salir de la insostenible situación en que se encuentran; pero que sólo logran hundir a esta familia hasta el fondo, por el peso de la culpa y de la ira.


Alvaro Inostroza Bidart

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