miércoles, 9 de abril de 2008

“JUMPER”






Cada largometraje debe tener un objetivo que lo justifique. Si no es así, resulta que en el mejor de los casos dicha cinta servirá para hacer pasar el rato al espectador y por lo tanto responderá a un producto comercial desechable de la industria cinematográfica y no a una creación artística.

Esto es válido para todos los géneros cinematográficos y también para el cine fantástico, al cual pertenece “Jumper” (2008), dirigida por el estadounidense Doug Liman, y que está basada en la novela homónima de 1992 del escritor norteamericano Steven Gould.

Y la verdad es que después de ver “Jumper” no queda claro cuál fue el objetivo de hacer esta cinta, quedando la sensación de que asistimos a un divertimento y de que los efectos especiales tampoco fueron una herramienta para hacer visualizar al espectador otras realidades posibles o para imaginar un mundo distinto, futuro o paralelo, como se plantea con esta historia.

“Jumper”, que significa saltador en inglés, hace alusión a un tipo de personas que tienen la capacidad de teletransportarse a grandes distancias e incluso atravesar muros y personas, cuando el desarrollo de su talento se ha acrecentado y dominado. El protagonista, el joven David Rice (Hayden Christensen), es uno de ellas; capacidad que se manifiesta a los cinco años y que en su caso le sirvió para liberarse de un padre abusivo, William (Michael Rooker), agobiado por el abandono temprano de su esposa, Mary (Diane Lane), que lo abandonó por una razón que el filme devela luego.

David no sólo utiliza esta maravillosa capacidad para enriquecerse (su afición es teletransportarse al interior de las bóvedas de los bancos), sino también para viajar a lugares exóticos, como la cabeza de la Esfinge en Egipto, donde le gusta tomar té, o al Coliseo romano. En estas escenas queda la impresión de que el filme explota superficialmente esta posibilidad, para mostrar hermosos paisajes y locaciones, sin ninguna razón de fondo, sino sólo por el atractivo de los decorados.

Lo más interesante del filme es cuando aparece un segundo personaje con el mismo talento que David, Griffin (Jamie Bell); que lo enfrenta a las consecuencias de sus irresponsables actos, en los cuales ha involucrado a su polola, Millie Harris (Rachel Bilson). Ahí se entera de que la CIA tiene una división que persigue a los “saltadores”, cuyos integrantes son conocidos como los paladines y cuyo jefe es Roland (Samuel L. Jackson). Estos persiguen a los saltadores porque consideran que sus poderes sólo son dignos de Dios y los consideran una suerte de engendros inmorales, que deben ser destruidos, con toda la tecnología disponible.

Liman, de 42 años, había dirigido antes cinco largometrajes, iniciando su carrera muy joven. Sus dos últimos daban la impresión de un artesano que maneja bien los elementos del género de acción y un cierto tipo de personajes muy concretos y de poco espesor: “La Identidad Bourne” (2002) con Matt Damon y “El Señor y la Señora Smith” (2005) con Brad Pitt y Angelina Jolie; pero en “Jumper” no logra ni siquiera eso y sus personajes caen en la insustancialidad; y la historia no pasa de ser una jugarreta, que entretiene sólo a ratos.


Alvaro Inostroza Bidart

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