domingo, 30 de marzo de 2008

“PETROLEO SANGRIENTO”



Hay temas en el cine, que por su envergadura y su carga cultural, se corre el riesgo de producir una cinta destinada a transformarse en un clásico con los años o un filme que sea un fiasco o al menos que se quede a medio camino entre las pretensiones y el resultado final.

“Petróleo Sangriento” (2007) no sólo pertenece a la primera situación, sino que de paso permite ratificar el tremendo talento de su director, guionista y productor Paul Thomas Anderson, con el que es recién su quinto largometraje; por lo demás todos ellos de una diversidad temática no menor, aunque siempre con algunas características estilísticas y de puesta en escena, que permiten reconocer a una de las promesas mayores del cine estadounidense, de las recientes generaciones.

En “Petróleo Sangriento”, basada en la novela “Oil”, publicada en 1927 por Upton Sinclair (1878-1968), se nos cuenta la historia de Daniel Plainview (un tremendo Daniel Day-Lewis), ambientada a fines del siglo XIX, que llegaría a ser uno de los magnates del petróleo y que comenzó como un simple y esforzado minero, de pala y picota, pero siempre solitario y trabajando para sí mismo, lo que devendría en un posterior egoísmo y ambición enfermiza, que lo llevarían paulatinamente al desquiciamiento absoluto, perdiendo el respeto por sí mismo y por las vidas de los demás, entre ellas, las de su propio hijo, H.W. Plainview (Dillon Freasier).

A través de su historia, la cinta de alguna manera retrata el modo en que se construyeron muchas fortunas en Estados Unidos, en el área industrial: con perseverancia y fortaleza, pero también con explotación, aprovechamiento y la falta de escrúpulos de algunos visionarios, que no trepidaron en nada para conseguir sus objetivos de riqueza y poder. Esta dualidad moral es encarnada en el filme por los hermanos Paul y Eli Sunday (ambos interpretados por Paul Dano), tanto que llegan a confundirse por momentos. El primero vende la información a Plainview de que en el rancho familiar y el segundo, es un pastor evangélico, que pretende financiar su iglesia, a costa de los derechos de explotación.

Anderson, de 37 años, dirigió su primer largometraje en 1996: “Sydney”, con Philip Baker may y relata la historia de un gangster de los años ’60. Luego vinieron “Boggie Nights” (1997), la historia de un empresario de la pornografía , con Mark Wahlberg y Burt Reynolds; “Magnolia” (1999), una historia coral de gran intensidad que lo hizo famoso, con Julianne Moore, Tom Cruise, William H. Macey y John C. Reilly; y “Embriagado de Amor” (2002), una comedia con Emily Watson y Adam Sandler, con el único papel serio en la carrera de éste y que a Anderson le valió el Premio a la Mejor Dirección en el Festival de Cannes.

En “Petróleo Sangriento”, Anderson ratifica su talento y dirige una cinta de gran fuerza emotiva y densidad argumental, con la solidez de los antiguos clásicos, dirigidos por John Ford o Howard Hawks; de esos que forman parte de la continua construcción de la identidad cultural de un país y de la propia historia del cine.

Alvaro Inostroza Bidart

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