domingo, 30 de marzo de 2008

“MICHAEL CLAYTON”



De cuando en vez, el cine norteamericano produce este tipo de cintas, en las que se ponen en juego cualidades, como la amistad, la lealtad y la verdad; a través de importantes decisiones que deben tomar los protagonistas y que determinarán no sólo su destino personal, sino también el de grandes empresas y sus responsables.

“Michael Clayton” (2007), primer largometraje del guionista estadounidense Tony Gilroy, es un thriller; pero en el cual no sólo es importante la acción y la conspiración, sino también los valores implícitos detrás de cada una de las opciones, fundamentales no sólo en los montos de poder y dinero en juego, generalmente siderales; sino también en la posibilidad de mantenerse con vida y con qué costos existenciales y psicológicos.

Michael Clayton (George Clooney) es un exitoso abogado en un gran staff del rubro; cuyos socios principales, Marty Bach (Sydney Pollack) y Barry Grissom (Michael O’Keefe), se mueven como peces en el agua en un mundo sin escrúpulos. De hecho, están a punto de fusionarse con una gran empresa de productos naturales, a la que están defendiendo por una demanda masiva por contaminación; y cuya gerente general, Karen Crowder (Tilda Swinton), no sólo está manipulando la información al directorio y a la opinión pública, sino que no repara en ningún tipo de acción para alcanzar sus objetivos de ambición y poder.

Desde el comienzo, y muy inteligentemente, la cinta nos muestra las disyuntivas en que se mueve Clayton en la vida cotidiana. Por un lado aparece jugando póker en un garito claramente clandestino, para superar deudas del restorán que posee; y luego desplazándose a un elegante barrio de la ciudad, para atender a un importante cliente de la firma, que acaba de atropellar a un peatón; y que sin embargo, trata a Clayton de forma absolutamente despótica y humillante, vejación que debe aceptar por la situación de dependencia profesional en que se encuentra.

Un amigo y colega de la empresa, Arthur Eden (un excelente Tom Wilkinson) lo obligará a enfrentarse a la realidad, ya que participa en la defensa, en el juicio contra los futuros socios; y a pesar de la disyuntiva ética, ha optado por la verdad, apoyando veladamente a los ciudadanos perjudicados, arriesgando su propia vida; en una maraña que, a partir de entonces, comienza a desentrañar el propio Clayton, con un conflicto de valores, que lo terminará exaltando y que constituirá la parte más emotiva y de mayor tensión de la cinta, con un manejo del tiempo, que avanza y retrocede, que apura y disminuye, como la vida misma y sus muchas veces dificultosas soluciones.

El apoyo que tuvo Gilroy para esta cinta se nota en el interesante producto final. Productores ejecutivos fueron los directores Anthony Minghella, Steven Soderbergh y George Clooney; y productor, el también director Sydney Pollack. El propio Gilroy se había destacado como guionista en cintas del director Taylor Hackford, como “Dolores Claiborne” (1995), “El Abogado del Diablo” (1997) y “Prueba de Vida” (2000); en “La Identidad Bourne” (2002) de Doug Liman; “La Supremacía Bourne” (2004) y “Bourne: el Ultimátum” (2007), ambas de Paul Greengrass, “Medida de Urgencia” (1996) de Michael Apted y “Bait” (2000) de Antoine Fuqua, lo que habla de su oficio técnico, que en este caso puso al servicio de una disquisición moral, que hace mucho más interesante el suspenso y la intriga.

Alvaro Inostroza Bidart

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