Por estas fechas veraniegas abundan los estrenos para niños y la familia; y, la verdad, la mayoría peca del peor error: considerar que este género va dirigido a un segmento etário que se caracteriza por la ingenuidad y una inteligencia limitada.
Esto tal vez porque groseramente se asocia la infancia y la adolescencia con aspectos de la existencia que la mayoría de los adultos olvida y supera, como son la imaginación, la sensibilidad y los sentimientos en un estado más puro y abierto.
Y lo cierto es que estos tópicos están relacionados en forma inseparable con la creación artística, y por supuesto también con el cine de autor, que es el que nos interesa; por lo tanto son también los elementos que marcan la diferencia, desde temprana edad, entra las personas creadoras y distintas con los seres comunes y corrientes.
Este es el sentido de “El Mundo Mágico de Terabithia” (2007), dirigida por el húngaro Gabor Csupo; cinta que muestra el mundo de la infancia en un pequeño pueblo de Estados Unidos. Los protagonistas, Jesse Aarons (Josh Hutcherson) y Leslie Burke (Anna Sophia Robb), cada uno con sus particularidades, deben enfrentar las dificultades que esto implica; tanto en el colegio y el bus escolar, con los pesaditos y abusadores de siempre, como con sus familias.
Csupo, de 55 años, es conocido por sus inteligentes películas de animación. Ha sido creador de las series Rugrats, Thornberrys y Rocket Power, y productor ejecutivo de Los Simpsons. Ahora dirige su primer largometraje con actores, demostrando oficio y objetivos claros, que encarnan sus personajes.
Jesse tiene notorias habilidades para el dibujo y la pintura, es retraído en el colegio, admira a la profesora de música, Ms. Edmonds (Zooey Deschanel), y en la casa no es comprendido, salvo por su hermana menor, May Belle (Bailee Madison); ya que su padre (Robert Patrick), se mata trabajando para aminorar la aflictiva situación económica familiar. Leslie, recién llegada al colegio y a la casa vecina de Jesse, es hija de padres escritores, Bill (Latham Gaines) y Judy (Judy McIntosh), que le han permitido desarrollar su imaginación y su libertad, aunque igual tiene los típicos problemas de adaptación de una niña diferente.
La amistad entre ambos será el eje narrativo del filme. En un bosque cercano crearán el reino de Terabithia, con gigantes y seres fantásticos defensores del bien y del mal; con una acertada resolución que convence al espectador de la realidad de este mundo de la imaginación; sin embargo, absolutamente concreto y físico, para quienes creen en él.
Csupo, conocedor del alma infantil, no crea maquetas, sino personajes y acciones creíbles. No cae en la tentación del sentimentalismo fácil y de la supuesta liviandad de los sucesos que rodean esta fundamental época de la vida, marcadora de la sensibilidad y de la personalidad para siempre. Incluso, en el desenlace, como una señal de la complejidad de la existencia, nos hace estremecer en el péndulo que oscila misteriosamente entre la vida y la muerte.
Alvaro Inostroza Bidart
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