“ARDIENTE SEDUCCION”

Experimentar el verdadero amor produce temor, sobre todo en la juventud actual, que no acostumbra comprometerse y que en general no ve con buenos ojos perder parte de su independencia y de su libertad. Esto no obsta para que, en las relaciones eróticas, se entreguen con gran fuerza a la expresión de su sexualidad, que muchas veces confunden con la totalidad del sentimiento que experimentan por el otro, con el riesgo de perder la oportunidad y a sí mismos.

Esto nos dice inteligentemente la cinta “Ardiente Seducción” (2005), que equivocadamente ha sido definida como una película casi pornográfica, cuando en realidad su tema es el Eros, con todas sus expresiones, tanto físicas como psíquicas, tanto sexuales como sentimentales; pero específicamente en una pareja de jóvenes actuales, en una sociedad desarrollada, en la cual el tema sexual se asume con naturalidad y como una expresión normal de conocimiento y relación entre personas que se atraen. De hecho el título original del filme es “Miénteme”, haciendo alusión a esa expresión que a veces se piden las parejas para hacerse creer que se aman y a su vez, para no engancharse afectivamente con el otro.

Como corresponde el filme se inicia en una discoteca nocturna, verdadero símbolo del espacio libre de los jóvenes de hoy y punto lógico para entregarse al baile, la música y a la posibilidad de tener un encuentro erótico fortuito o quizás no tanto. Esto le ocurre a la protagonista, Leila (Lauren Lee Smith), una joven veinteañera que trabaja, pero que le encanta bailar y ser mirada y deseada; y que experimenta con su sexualidad como una manera de conocimiento de sí misma y de placer casi estético. Además, como ella misma señala, en una narración en off, no responde a maltrato ni abandono infantil, ya que siendo pequeña no sufrió ninguno de estos problemas.

Su contraparte, que consecuentemente conoce en dicho lugar, es David (Eric Balfour), un joven fotógrafo de arte, que está con su polola Victoria (Polly Shannon), lo que no impide que se sienta atraído por la sensual y desprejuiciada Leila, a la que buscará sin pensarlo al día siguiente. El director, el canadiense Clement Virgo, como una manera de ratificarnos que Leila y David no son jóvenes frívolos e irresponsables y que su cinta no es meramente erótica, nos introduce en la situación familiar de ambos, curiosamente en crisis, pero no como consecuencia de su obsesión pasional.

El hogar de Leila, hija única, se quiebra, producto de que su madre, aburrida del desamor, ha decidido dejar la casa y a su padre. Esto, en todo caso, no la amedrenta: decide irse a vivir sola y se transforma en el apoyo de su padre, en una inversión de los roles, que demuestra su madurez. David, por su parte, vive en un piso con su padre paralítico, a quien asiste cariñosamente, lo que no impide que aquel se suicide con una sobredosis de pastillas, lo que sume a David en una depresión, que probará el nivel de compromiso de su fogosa compañera.

Virgo, de 41 años, había dirigido antes cuatro largometrajes: “Rude” (1995), “El Planeta de Junior Brown” (1997), “Canción de un Corazón Roto” (1999) y “Amor que se Desploma” (2000) y con posterioridad dirigió “El Juego del Niño Pobre” (2007) con Danny Glover, cintas desconocidas en Chile y que esperamos conocer algún día, como un modo de conocer más de la interesante y particular cinematografía canadiense.

Alvaro Inostroza Bidart