domingo, 16 de diciembre de 2007

“MALTA CON HUEVO”





Desde su nombre la cinta chilena “Malta con Huevo” (2007) sugiere acertadamente un tono lúdico y de parodia; que en algunos momentos logra reflejar la idiosincrasia de la juventud nacional; y en los demás, se manifiesta como un ejercicio cinematográfico de entretención, plagado de alusiones al cine bizarro, tan de moda por estos días.

Esta película es el primer largometraje del joven cineasta porteño Cristóbal Valderrama, de 31 años; el cual estudió en la Escuela de Cine de Chile; lo que pone en valor los logros de “Malta con Huevo”, una comedia inteligente, que trata de evitar los lugares comunes del cine chileno, que oscila entre el costumbrismo poco inspirado y las cintas comerciales de calado menor.

La cinta cuenta la historia dos amigos, ex compañeros de liceo, que deciden irse a vivir a juntos; a pesar de lo dispar de sus personalidades y tendencias. Vladimir (Diego Muñoz) es un supuesto escultor, diletante y vividor, en verdad un personaje bastante desagradable, que representa a un tipo de pseudo-artista que se dedica a vivir en comunidades y aprovecharse de los demás. Jorge (Nicolás Saavedra) es un técnico laboratorista, al parecer bastante formal; pero que esconde bajo la superficie un asesino en potencia, que anda buscando un prospecto para desatar sus bajos impulsos y que encuentra en Vladimir a su potencial víctima.

Este es el nudo del argumento; todo esto con tono de comedia hilarante; al cual hay que agregar los dos personajes femeninos: la polola de Jorge, Rocío (Javiera Díaz de Valdés), una modelo basta hueca; y Fedora (Manuela Martelli), un singular personaje, amante del cine de horror, del vudú y la Ouija; que termina odiando a Vladimir y por esa vía, encontrándose con Jorge, en sus pretensiones criminales, en un final que ratifica el objetivo lúdico y referencial del filme.

Este tono, lamentablemente, hace más patente una de las debilidades de la cinta y que se nota desde el comienzo por su preponderancia: la sobreactuación de Diego Muñoz, que exagera con la ebriedad y la estupidez. Valderrama marca bien, en todo caso, la diferencia entre los amigos. Mientras a Vladimir lo sigue una cámara en mano, en sus correrías por Santiago; a Jorge lo acompaña un relato en off, más serio y como de cine negro; lo que no evita, por momentos, que se note un cierto descuido en la composición de la imagen y en la fotografía, que Valderrama debe mejorar en el futuro.
Esta tendencia a la cita cinematográfica, se manifiesta en forma preponderante con el personaje de Fedora, como sacado de una película de horror coreana; y que alude a dos cortos del propio Valderrama en esta línea: “El Ultimo Clavo del Ataúd” y “El Templo Profanado de Abraxas”, al parecer este último insertado y producido especialmente para “Malta con Huevo”.

Otro de los aciertos de la cinta es la música. Las canciones de Floripondio y Chico Trujillo. Ambos grupos de Villa Alemana y creados por Aldo Asenjo, el “Macha”; el primero de fusión de ska, reggae y cumbia; y el segundo de cumbia chilombiana; dan el perfecto tono de divertimento y de parodia de la cinta; que sin pretensiones y despacio por las piedras, muestra una realidad cultural subterránea de la juventud chilena.

Alvaro Inostroza Bidart

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