domingo, 2 de septiembre de 2007

“LA VIE EN ROSE”

Hay vida tan intensas, que el gran objetivo de una cinta biográfica sobre esa persona debe ser en primer lugar recrear esa pasión y remecer la sensibilidad del espectador, de modo que éste tenga conciencia de que es posible vivir extraordinariamente y sacudirse de la rutina, el tedio y la angustia, como si la vida tuviera sentido.

Es el caso del filme “La Vie en Rose” (2007), sobre la existencia de la cantante francesa Edith Piaf, que fue dirigida y co-escrita por el cineasta galo Olivier Dahan; y que transmite notablemente la fuerza vital de esta artista, a pesar de que su vida estuvo marcada siempre y desde la infancia por terribles circunstancias de pérdida y carencia, que no lograron aplacar su destino iluminador; y que, según la película inspirada en su autobiografía, se debió a la protección de Santa Teresa, a la que siempre se habría encomendado.

Dahan, de 40 años, estudió en la Escuela de Arte de Marsella y antes de dedicarse al cine, expuso sus pinturas, hizo videos musicales y trabajó en sellos disqueros. En 1994 dirigió su primer largometraje: “Hermanos: la Ruleta Roja” (1994). Luego vinieron “Los Fantasmas del Sábado en la Noche” (1997), “Ya Muerto” (1998), “Tom Thumb” (2001), “La Vida Prometida” (2002) con Isabelle Huppert; y “Los Ríos Púrpura II: Los Angeles del Apocalipsis” (2004) con Jean Reno; de las cuales en Chile sólo conocíamos esta última.

“La Vie en Rose” recorre, con saltos de tiempo, prácticamente toda la vida de Edith (una asombrosa Marion Cotillard), con estaciones en los cinco, diez años y en distintos momentos de su vida adulta, hasta su temprana muerte, ocurrida en octubre de 1963, cuando contaba con 47 años, producto de enfermedades y de secuelas de los excesos con que vivió desde joven, como el alcohol, la cocaína y el opio, que derivó en una dependencia hacia la morfina, como único modo de soportar el dolor físico y la tristeza, que le causaron el abandono infantil y las consecutivas pérdidas que fue sufriendo en su historia.





Primero la madre, cantante ambulante, que la abandonó con su abuela materna; luego el padre, contorsionista de circo, que la dejó, para irse a la guerra, con su abuela paterna, una regenta de un prostíbulo, donde fue criada por Titine (Emmanuelle Seigner), de la cual luego la separó su padre. Después, fue el asesinato de su descubridor, Louis Leplée (Gerard Depardieu), el dueño del cabaret Gerny’s, en el que fue involucrada; la muerte de su hija de dos años, Marcelle, de meningitis; pero principalmente la muerte, en un accidente de avión, del gran amor de su vida, el campeón mundial de boxeo, Marcel Cerdan (Jean Pierre Martins).

Esta cinta, a nuestro juicio acertadamente, evita la imagen de la Piaf devoradora de hombres; y a la que se le cuelgan rimbombantes romances con Ives Montand, Charles Aznavour y George Moustaki, entre otros notables; y se concentra en sus grandes afectos, en su personalidad tímida y en su maravillosa capacidad de interpretar la modernidad existencial y el alma de Francia, como le dijera Marlene Dietrich, con inolvidables canciones como Milord, Je ne regrette rien, Himno al Amor, Amantes de un Día, Mi legionario, Padam...Padam, Bajo el Cielo de París, La Foule y la misma La Vie en Rose.

Alvaro Inostroza Bidart

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