martes, 24 de julio de 2007

“TODOS LOS HOMBRES DEL REY”


El poder y las encrucijadas morales que el ejercicio de éste implica siempre ha sido un tema visitado e interesante para la cinematografía de autor en el mundo. Esta afirmación también tiene vigencia para el cine estadounidense; país en el cual los principios morales aceptados no sólo rigen las conductas públicas de todos los ciudadanos, sino que muchas veces son tratados de imponer a otras naciones.

Estos son los temas del remake “Todos los Hombres del Rey” (2006) del director y guionista Steve Zaillian, que está basada en la famosa novela del escritor, crítico, profesor y poeta norteamericano Robert Penn Warren (1905-1989), que escribió en 1946 y por la cual recibió el Premio Pulitzer al año siguiente. La versión original de la cinta se realizó en 1949, fue escrita y dirigida por Robert Rossen; y ganó tres Oscares: Mejor Película, Mejor Actor para Broderick Crawford, por interpretar a Willie Stark, un populista Gobernador de un estado sureño; y Mejor Actriz Secundaria para Mercedes Mc Cambridge en el rol de Sadie Burke, la asistente de Stark.

Con estos antecedentes Zaillian, asumió la responsabilidad de escribir y dirigir esta nueva versión, con un resultado bastante alentador y no del todo sorpresivo. El cineasta, de 53 años, estudió cine en la Universidad del Estado de San Francisco; y sólo había dirigido anteriormente dos largometrajes: “Investigando por Bobby Fischer” (1993) con Joe Mantegna y Ben Kingsley; y “Acción Civil” (1998) con John Travolta y Robert Dubai. Su gran fortaleza estaba precisamente en los guiones de importantes películas que había escrito: “El Halcón y el Hombre de Nieve” (1985) de John Schlesinger, “La Lista de Schindler” (1993) de Steven Spielberg, “Hannibal” (2001) de Ridley Scott, “Pandillas de Nueva York” (2002) de Martín Scorsese y “El Intérprete” (2005) de Sydney Pollack, que le dieron la experiencia suficiente para encarar este desafío con oficio y aplomo.

Utilizando el blanco y negro en diversas escenas, para hacer sentir al espectador la temporalidad de antaño y una sensación de estar viendo un clásico, Zaillian recoge apropiadamente las dos principales líneas de conflicto de la historia. Una es la carrera política, con la ascensión, auge y brusca caída, del Gobernador Willie Stark (un maduro Sean Penn); y la otra es la visión de los acontecimientos, con su valoración y compromiso, del periodista y asesor de Stark, Jarck Burden (Jude Law), no menos interesante que la primera; y que, por supuesto, se cruzan y enredan en una intriga, a ratos policial, sentimental, política y de amistad, en un fresco de la idiosincrasia estadounidense.
Precisamente Stark, de extracción de clase media baja, utiliza las conexiones y relaciones del acomodado Burden, para influir social y políticamente en la opinión pública e incluso en el parlamento del Estado, desatando presiones, encendidos discursos y una lucha contra los poderes fácticos, que tenía muy pocos posibilidades de ganar. La madre de Burden (Kathy Baker) es un personaje emblemático de esta casta aristocrática del sur de Estados Unidos, que nunca tragó del todo a Stark.

El padrastro de Burden, el Juez Irwin (Anthony Hopkins) representa, por su parte, cabalmente, a los poderes fácticos, indispensables para gobernar en el tiempo, en cualquier parte del mundo, más aún en una nación como Estados Unidos y en un estado conservador, del sur de ese país, sobre todo a mediados del siglo pasado. Esta necesidad de aceptación y de proyección de imagen tienen, por otro lado, una trágica proyección en los Stanton, hermanos y amigos de Burden: el médico Adam (Mark Ruffalo), a quien nombre director de un centro de salud para atender a los más desposeídos; y en la bella Anne (Kate Winslet), amor juvenil de Jack y que Stark transforma en su amante, anticipando el desenlace trágico de esta historia, que posee caracteres épicos y paradigmáticos.

Por otro lado, los personajes asociados en forma más pura a Stark no son menos característicos: el cínico y corrupto Vicegobernador Duffy (James Gandolfini), su leal asistente Sadie Burke (Patricia Clarkson) y el carismático guardaespaldas Sugar Boy (Jackie Haley), que completan un convincente retrato de una historia de furor y poder, condenada a destellar con gran brillo y a quemarse en su propio fuego.

Alvaro Inostroza Bidart

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