martes, 24 de julio de 2007

“PIRATAS DEL CARIBE: EN EL FIN DEL MUNDO”


Definitivamente los estudios Disney le dieron con el palo al gato, con el resurgimiento de cintas de entretención, que recuerdan las antiguas matinés en el cine Santa Lucía de Santiago, en el Imperio de Valparaíso y en el Rex de Viña del Mar, en tardes memorables para las familias completas.

El mayor éxito ha sido la revitalización de las cintas de piratas, esos seres míticos, medios malos pero honorables; rodeados de una aureola de romanticismo, con grandes aventuras en el mar y tesoros escondidos en islas paradisíacas, donde terminarán sus días bebiendo ron, junto a una chica hermosa y jugando cartas con los colegas bucaneros. No por nada, los cantautores españoles Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat han planteado sendas loas a los corsarios en algunas de sus canciones, rescatando al antihéroe que hay detrás de cada pirata.

La saga de los Piratas del Caribe no sólo ha hecho regresar a los niños y adolescentes a las salas de cine de todo el mundo, sino a los adultos sedientos de entretención pura, sin mayores ambiciones estéticas; sino que ha llenado los bolsillos de los productores, con un éxito de taquilla inmensurable, que recuerda que en el mundo actual, globalizado y estresante, el artificio, la aventura y lo extraordinario son elementos fundamentales para romper la rutina y el gris de la vida, aspectos que el cine, por su condición mágica, tecnológica y ritual, entrega prácticamente sin ninguna restricción.

Si a esto sumamos el trabajo de un director talentoso y con sensibilidad para las cintas de acción; y un reparto de gran nivel y apropiado para los roles en juego, el resultado es una cinta entretenida y masiva; un producto comercial, que entiende el cine como una industria para divertir y generar altos ingresos por la taquilla, la publicidad y el merchandising, en contraposición con el cine de autor, aunque al parecer estas dos tendencias están condenadas a sobrevivir en forma paralela, compartiendo las salas y el público.

“Piratas del Caribe: En el Fin del Mundo” (2007), al igual que las dos anteriores de la saga, fueron dirigidas por el estadounidense Gore Verbinski, que terminó de hacerse un nombre con estos trabajos en el olimpo hollywoodense. Verbinski, de 43 años, estudió Cine y Televisión en la Universidad de California; y después de realizar premiados videoclips y comerciales, dirigió su primer largometraje en 1997, “Un Ratoncito Duro de Roer”. Después vinieron “La Mexicana” (2001) con Julia Roberts y Brad Pitt; y “El Aro” (2002) con Naomi Watts, remake del éxito japonés, cintas que demostraron su buen manejo artesanal y que le abrieron la posibilidad de dirigir la saga de los piratas.

Así es como en 2003 dirige “Piratas del Caribe: La Maldición del Perla Negra”, con un reparto encabezado por Johnny Depp, Keira Knightley y Orlando Bloom, el cual se ha mantenido y ha sido clave en el éxito de la trilogía. En 2005 Verbinski dirigió “El Hombre del Tiempo” con Nicolás Cage y Michael Caine, que ratificó que puede dirigir también otro tipo de filmes; y en el 2006, “Piratas del Caribe: El Cofre del Hombre Muerto”.

En casi tres horas de película, duración que se siente por momentos, en “Piratas del Caribe: En el Fin del Mundo”, Verbinski reúne todos los ingredientes y personajes posibles para una receta bien sazonada. El capitán Jack Sparrow (Johnny Depp) vuelve con su estrafalario humor; en el que es secundado por el capitán Barbosa (Geoffrey Rush); por el cefalópodo capitán Davy Jones (Bill Nighy), por el capitán Sao Feng (Yun-Fat Chow), por Bootstrap Bill Turner (Stellan Skarsgard) y los marineros Pintel (Lee Arenberg) y Ragetti (Mackenzie Crook), que le dan un toque bastante simpático y liviano a la cinta.

A esto hay que sumar a los ascendidos capitanes Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knigthley), la infaltable pareja romántica y cada vez más pirata; el perverso Lord Cutter Beckett (Tom Hollander) y los que se despiden en esta historia, el almirante Norrington (Jack Davenport) y el Gobernador Swann (Jonathan Pryce) y una pléyade de capitanes piratas de todas las nacionalidades, en una singular reunión en la isla del Naufragio, uno de los momentos más logrados del filme.


Alvaro Inostroza Bidart

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