martes, 24 de julio de 2007

“PAPELUCHO Y EL MARCIANO”




La literatura infantil y la historieta nacional han entregado personajes inolvidables, que han marcado a varias generaciones y que se prestan espectacularmente para el cine de animación; ya que, logrando un nivel aceptable en el trabajo técnico, se puede asegurar un éxito casi inevitable de público, dado el carácter de iconos que tienen estos personajes en la cultura chilena.

Así lo entendió el cineasta Alejandro Rojas, quien en 2002 dirigió “Ogú y Mampato en Rapa Nui” sobre los emblemáticos personajes de Themo Lobos; que resultó una primera experiencia interesante y aceptable; y que fue vista por varias generaciones de chilenos.

En esta oportunidad, Rojas dirigió “Papelucho y el Marciano” (2006) sobre el popular personaje de la escritora Marcela Paz, con la anuencia de su familia. Marcela paz era el seudónimo de Esther Huneeus (1902-1985), que aparte de los libros sobre Papelucho, también escribió “Perico Trepa por Chile” en coautoría con Alicia Morel y recibió el Premio Nacional de Literatura en 1982.

En esta misma línea, Rojas Téllez ya anunció la elaboración en animación, como siguiente proyecto, de una película sobre Barrabases del dibujante Guido Vallejos, sobre el popular equipo de fútbol, que hizo las delicias de pequeños de varias generaciones, con las figuras de Pirulete, Chico, Guatón y tantos otros; que de seguro tendrá el mismo éxito que las dos anteriores, en que se ha notado una especial preocupación por la calidad de los dibujos y por no desnaturalizar el sentido original de estos personajes, que forman parte de la memoria colectiva nacional.

En “Papelucho y el Marciano”, Rojas desarrolla una de las historias más tradicionales de este personaje, que tan bien refleja al niño chileno travieso, inquieto, imaginativo y siempre metido en problemas; con su perro “Choclo” y la nana Domitila; y en este caso el extraterrestre Det, que se aloja al interior de Papelucho, mientras dura su residencia en nuestro planeta. El único personaje que resulta descentrado y poco creíble es el Carabinero, haciéndose el gracioso, se ve atontado y ridículo.





La verdad es que la historia se encuentra bien desarrollada, con buen ritmo; y Papelucho es mostrado como un niño normal; bueno para inventar artefactos, que siempre terminan con alguna debacle en la casa; y es precisamente uno de estos ingenios el que lo conecta con este gracioso marciano, con quien pasará todo tipo de peripecias, tanto en la Tierra como en Marte, adónde irá de visita, para conocer el planeta de Det, lo que no ha hecho ningún terrícola.

El único problema de todo esto es que el espectador no logra tener claro si todo lo que le ocurre a Papelucho es parte de un sueño, es fruto de su imaginación o si efectivamente lo visita el marciano Det; asunto que esperamos que se aclare en cualquier momento, pero que finalmente nunca ocurre, dejándonos con un cierto grado de desazón, ya que hubiéramos preferido un mayor juego de sentidos entre estos tres niveles de interpretación.

El otro elemento a consignar es, dejando claro el buen nivel de los dibujos, es el colorido de los mismos. No sabemos si es un efecto, pero nos da la impresión de que los colores son un tanto deslavados, lo que resta fuerza a las acciones; las que se ven reforzadas, en todo caso, por las excelentes canciones y la música incidental de la cinta, muy acorde con el espíritu infantil y lúdico del personaje.

Por último, estamos concientes que este tipo de cine requiere de auspicios y sponsor; pero resulta demasiado evidente, antes de que salgan los títulos y agradecimientos finales de los créditos, cuáles fueron las empresas colaboradoras, ya que aparecen reiterada y burdamente en diversas escenas de la cinta. De hecho, se podría hacer un concurso en que se adivine cuáles son las tres empresas auspiciadoras y les aseguro que antes de la primera media hora hasta los niños más pequeños habrán adivinado que son Coca-Cola, Jumbo y Help, lo que le da un matiz comercial a la película, innecesario y distractor de su sentido esencial.


Alvaro Inostroza Bidart

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