martes, 19 de junio de 2007

“EL LABERINTO DEL FAUNO”



El cine mexicano ha adquirido un impulso inusitado en los últimos años, entregando tres directores de fama internacional, que tienen entre 42 y 45 años; por lo cual aún tienen por delante una extensa y prometedora carrera, más aún si se tiene en cuenta que los cineastas generalmente dirigen su ópera prima en torno a los treinta años.

Se trata de Alfonso Cuarón (“Grandes Esperanzas”, “Y Tu Mamá También”, “Harry Potter y El Prisionero de Azkabán” y “Niño del Hombre”), de Alejandro González Iñárritu (“Amores Perros, “21 Gramos” y “Babel”); y del director de “El Laberinto del Fauno” (2006), Guillermo del Toro, el menor de los tres y que sin embargo ha dirigido la mayor cantidad de largometrajes.

Su obra anterior comprende las cintas “Cronos” (1993) con Federico Luppi y Ron Perlman, sobre el desarrollo de la alquimia en el siglo XVI; “Mimic” (1997) con Mira Sobrino y Giancarlo Giannini, sobre un insecto desarrollado genéticamente; “El Espinazo del Diablo” (2001) con Eduardo Noriega, Marisa Paredes y Federico Luppi; “Blade II” (2002) con Wesley Snipes, Kris Kristofferson y Leonor Varela; “Hellboy” (2004) con Ron Perlman y John Hurt, que demuestran su preferencia por lo fantástico y por la fantasía, con un estilo barroco y en algunos casos, expresionista.

“El Laberinto del Fauno”, cuyo guión también fue escrito por Del Toro, condensa de manera brillante todas las preocupaciones y estilos que el cineasta había insinuado en su anterior producción. En esta película se produce un feroz contraste entre la realidad más cruel y apremiante y la magia que pertenece al mundo de los mitos y leyendas y a la fantasía e imaginación de la infancia, en una lucha sin cuartel; cuyo resultado deja de manifiesto las preferencias personales del propio director.

Por un lado, todo el relato está ambientado en España en 1944, en plena época del Franquismo; y se concentra en la sierra, donde se encuentran refugiados los grupos de la resistencia. Allí existe un destacamento del Ejército, a cargo del despiadado capitán Vidal (un excelente Sergi López), que simboliza no sólo todo el peso de la realidad más cruenta e insensible, sino lo peor del género humano, en una caracterización emblemática e inolvidable.



Allí llega en su último mes de embarazo, se supone que a parir, su esposa, Carmen (Ariadna Gil) y la hija de su anterior matrimonio, Ofelia (una notable Ivana Baquero), de unos diez años, que a su vez es el paradigma de la sensibilidad humana y que reconoce un hada con sólo verla, en lo que los demás individualizarían como un singular insecto. Entre ella y su padrastro se manifiesta desde el comienzo una absoluta repulsión que marca con más fuerza el hecho de que ambos representan conceptos totalmente antagónicos, no sólo emocionalmente, sino también desde el punto de vista estético, político y valórico.

En este pequeño poblado existe un laberinto de piedra, se supone antiquísimo, cuyo inaccesible centro comunica con un reino mágico subterráneo, del cual Ofelia es el alma inmortal reencarnada de su princesa, que alguna vez hace años escapó hacia la superficie, por la curiosidad del mundo exterior e imperfecto. El cuidador de esta última entrada al reino mágico y maravilloso (alegoría de una sociedad mejor) es un fauno (Doug Jones), cuyo aspecto produce asombro, curiosidad y cierto temor y repugnancia, producto de lo inusual y lo desconocido. Personajes intermedios, que representan a la tierra, a las costumbres y valores del pueblo español son Mercedes (una acertada Maribel Verdú) y el doctor Ferreiro (Alex Angulo), simpatizantes de los partisanos.

Del Toro se mueve con naturalidad entre el mundo contingente de esta España dividida y el mundo de lo maravilloso, donde habitan seres fantásticos; y donde puede dar rienda suelta a su sensibilidad exacerbada y exquisita. No por nada “El Laberinto del Fauno” obtuvo recientemente tres Oscares: Mejor Dirección de Arte, Mejor Cinematografía y Mejor Maquillaje, que resaltan su refinado gusto y su capacidad para infiltrar la cotidianeidad con elementos de lo extraordinario, proponiendo acercarse a la realidad de una manera nueva y transfigurada.


Alvaro Inostroza Bidart

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