martes, 19 de junio de 2007

“CASINO ROYALE”


James Bond, que duda cabe, es a esta altura un héroe emblemático de novela, que alcanzó su máxima notoriedad en el cine, en la época de la Guerra Fría, con Sean Connery en el rol protagónico, en varios filmes inspirados en el personaje de Ian Fleming. Por eso que un remake de una de sus cintas podía resultar arriesgado, más aún si se trataba del estreno en sociedad de un nuevo actor en el papel del singular agente secreto británico.

El original “Casino Royale” (1967) fue dirigido por John Huston, Ken Hughes, Joseph Mc Grath y Robert Parnish y contó con un elenco espectacular: Peter Sellers, Ursula Andrés, David Niven, Orson Welles, Woody Allen, Deborah Kerr, William Holden y Charles Boyer, entre otros, con un claro énfasis en el humor y la comedia, como una manera de distender el conflicto de la Guerra Fría. En la nueva versión de “Casino Royale” (2006) los enemigos ya no son los soviéticos y el bloque comunista, sino el terrorismo internacional y los traficantes de armas, en una actualización apropiada, pero que no distrae del eje fundamental, que sigue siendo el personaje central mítico, al cual se le permiten capacidades físicas superiores y un sex appeal irresistible.

Esta versión sirve para estrenar en el rol del sexto Bond al actor inglés Daniel Craig, quien hace un personaje distinto a los anteriores: con mayor fuerza física, pero con menor sentido del humor y con una mirada impenetrable, que no deja entrever las emociones que está experimentando, más allá incluso de sus propios diálogos y gestos. Craig, actor británico de 38 años, es un destacado actor de teatro, con sólida formación clásica, que en el cine sólo se hizo conocido a partir del 2001 con su trabajo en “Lara Croft: Tomb Raider” y luego en “Camino a la Perdición” (2002) de Sam Mendes y “Munich” (2005) de Steven Spielberg, confirmando sus dotes actorales.

Por otro lado, el director de esta nueva versión de “Casino Royale” es el neozelandés Martín Campbell, de 66 años, un sólido artesano que maneja con acierto el suspenso y la acción, en esta entretenida nueva versión del clásico de Bond que, como mayor defecto, tiene una duración de casi dos horas y media, que por momentos se hace sentir; sobre todo en el final, que tiene demasiados giros, por momentos difíciles de sostener y de los cuales, por supuesto, Bond sale ileso y más fortalecido, dejando atrás un reguero de mujeres y asesinos muertos.
Campbell, entre sus muchas cintas, destacó previamente por “Escape de Absalom” (1994) con Ray Liotta; “Golden Eye” (1995) con Pierce Brosnan en el rol de James Bond; “La Máscara del Zorro” (1998) con Anthony Hopkins y Antonio Banderas; “Límite Vertical” (2000) con Chris O’Donnell; “Al Otro Lado de la Frontera” (2003) con Angelina Jolie y Clive Owen; y “La Leyenda del Zorro” (2005) con Antonio Banderas y Catherine Zeta-Jones, que demuestran su oficio y que es el del gusto de las grandes productoras hace ya más de diez años.

Las grandes virtudes de este “Casino Royale”, aparte de las ya señaladas, son las buenas actuaciones y algunas escenas muy bien logradas, dignas de antología, especialmente las de acción. Entre las buenas personificaciones destacan la de M, la jefa de Bond, interpretada por Judi Dench; la del policía montenegrino Mathis (Giancarlo Giannini); la del agente de la CIA, Kélix Leiter (Jeffrey Wright); la del pérfido Le Chiffre (Mads Mikkelsen); y las de las ocasionales víctimas femeninas del encanto seductor de Bond: la contadora del servicio secreto británico Vesper Lynd (Eva Green) y Solange, esposa de un mafioso griego (Caterina Murino), que de todos modos no alcanzan el brillo del reparto glorioso de la versión original.

Como buena película del agente 007, la acción tiene un lugar preponderante, bien resuelto por Campbell; sobre todo en la persecución a pie que Bond hace de un fabricante de bombas por las calles y los más complicados vericuetos de una ciudad africana, que demuestra su estado físico insuperable y que termina en forma sorprendente; y en la tradicional cacería en automóvil, que pone de relieve sus condiciones de conductor y que también tiene un desenlace nada de tradicional, manteniendo al espectador en vilo, como en casi toda la cinta.


Alvaro Inostroza Bidart

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