martes, 1 de abril de 2025

“CIUDAD DE MENTIRAS”

En las investigaciones policiales y periodísticas muchas veces cuesta llegar a la verdad, más aún cuando hay intereses creados de por medio y encubrimientos que tienen que ver con el dinero, la corrupción y el racismo. En algunas ocasiones, los años traen algo de luz sobre estos casos emblemáticos. Esto nos pareciera decir “Ciudad de Mentiras” (2018), cinta dirigida por el cineasta estadounidense Brad Furman y basada en el libro “Laberinto” de Randall Sullivan, que investiga el asesinato de los raperos Tupac Shakur en 1996 y de The Notorius B.I.G. en 1997 en Estados Unidos, muertes que aún no han sido aclaradas del todo y que sugieren la participación de Suge Knight, propietario del sello discográfico Death Row Records, y de un grupo de policías corruptos que trabajaban para esta empresa. Furman ha dirigido además cuatro largometrajes: “The Take” (2007), “El Abogado del Lincoln” (2011), “Runner Runner” (2013) e “Infiltrado” (2016), que los posicionan como realizador que maneja bien el ritmo narrativo y el desarrollo de los personajes, sobre todo en filmes policiales y de acción. “Ciudad de Mentiras” está ambientada en el presente y el protagonista es el detective Russell Poole (Johnny Depp), quien investigó la muerte de B.I.G. en su momento y que sigue atrapado con el caso, a pesar de estar jubilado y de haber perdido a su familia por esta obsesión. El caso revive para él porque se le acerca Jack Jackson (Forest Whitaker), periodista que tiene el encargo, del principal diario de Los Ángeles, de actualizar el tema veinte años después. La película, a través de saltos temporales, recrea de buena manera los acontecimientos originales y le da suspenso al intrincado laberinto, en el cual se tiene que mover Poole y en el que enfrenta todo tipo de dificultades para avanzar en la búsqueda de la verdad, la que aún sigue buscando. Además, se produce una singular amistad entre Poole y Jackson, ambos con mucho que probar y en cierta medida perdedores; lo que no impide que Jack publique un gran artículo, gracias al cual Russell obtenga un respeto postrero de su hijo, un gran lanzador de beisbol, que al cual su padre nunca dejó de ir a ver, en el más completo anonimato

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