viernes, 18 de julio de 2025
“CRIMENES DEL FUTURO”
Hay un selecto grupo de directores de cine de autor que se mantiene leal a sus preocupaciones estéticas, existenciales y filosóficas; a pesar del paso de los años y de los avatares de la industria. Uno de ellos es el canadiense David Cronenberg, cuya cinta “Crímenes del Futuro” (2022), plantea una visión singular del tiempo por venir, respecto de la sexualidad humana, con su ya tradicional estética oscura y perturbadora.
Cronenberg, de 82 años, tiene una trayectoria de más de 50 años y una filmografía que supera los veinte títulos; entre los que destacan “Scanners” (1981), “Videodrome” (1983), “La Zona Muerte” (1983), “La Mosca” (1986), “El Almuerzo Desnudo” (1991), “Madame Butterfly” (1993), “Crash” (1996), “Una Historia de Violencia” (2005) y “Promesas del Este” (2007), entre otras.
Sus cintas oscilan entre el cine de horror y la violencia, como aspectos fundamentales de la vida moderna, que reflejan la soledad y las desgarradoras relaciones humanas.
En “Crímenes del Futuro”, ambientada en un futuro indeterminado, el protagonista es un mítico artista del performance, Saúl Tenser (Viggo Mortensen); que se hace cirugías en público, en las que se extrae órganos que van mutando, en una extraña mezcla de dolor y placer; y que a los espectadores provoca una fuerte atracción erótica, ya que esta es la nueva manera en que los seres humanos viven su sexualidad. El propio Tenser en un momento indica que ya no domina la vieja expresión erótica, cuando sus admiradoras logran besarlo.
Su asistente, Caprice (Léa Seydoux) mantiene una singular relación con él, de respeto y de deseo contenido; que la lleva a buscar caminos de exploración y búsqueda propia; como por ejemplo disecar en público el cuerpo de un niño, que por mutación puede comer plástico y que fue sacrificado por su madre. La burocracia está representada por los funcionarios del Registro de la Belleza Interior, Timlin (Kristen Stewart) y Wippet (Don McKellar); que no pueden resistir la atracción que les causan las actuaciones de Saul y Caprice, cada vez más arriesgadas y autoflagelantes. Llama la atención que, a pesar de los límites légales y éticos que habitualmente están rozando Tenser y Caprice, son respetados absolutamente como artistas, como visionarios del futuro y del alma humana, en sus manifestaciones tanto del intelecto como de la pasión.
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