martes, 10 de octubre de 2023
“EHRENGARD: EL ARTE DE LA SEDUCCION”
El difícil arte de la adaptación tiene a veces el riesgo de que al pasar una obra literaria al cine, aquella pierda parte de su densidad o se modifique el tono y los énfasis de la obra original.
Esto ocurre en parte en “Ehrengard: El Arte de la Seducción” (2023), cinta dirigida por el cineasta danés Bille August y que está basada en el cuento largo “Ehrengard”, de la brillante escritora del mismo país, Isak Dinesen, publicado en 1962, al poco tiempo de su muerte.
August, de 74 años, es uno de los directores daneses más destacados y es conocido por cintas como “Pelle, El Conquistador” (1987), “Las Mejores Intenciones” (1992), “La Casa de los Espíritus” (1993), “Los Miserables” (1998), “Adiós Bafana” (2007), “Tren de Noche a Lisboa” (2013), “El Soldado Perdido” (2017) y “55 Pasos” (2017); filmes muy en la línea del cine clásico estadounidense, con estructuras narrativas y de desarrollo de personajes tradicionales, uso de grandes planos y panorámicas; que precisamente se alejan un poco de la sutileza y de la fina observación psicológica de la prosa de la Dinesen.
Es más, la cinta se podría definir como una comedia, en la que el foco está en el personaje de Cazotte (Mikkel Boc), un pintor seductor y galán; más que en Ehrengard (Alice Bier), la austera y atractiva dama de compañía de la princesa Ludmilla de Leuchtenstein (Emilie Kroyer).
El conflicto del filme radica en que la Gran Duquesa de Babenhausen (Sidse Babett) está preocupada porque su hijo, el Príncipe Lothar (Emil Dorph), no le interesa casarse y si no lo hace, éste perderá la sucesión del reino. Por este motivo, solicitará la ayuda del pintor de la corte, Cazotte, para que el artista, de gran oratoria y un gozador de la vida, entusiasme al heredero con el género femenino. Para este fin, pensará en la princesa Ludmilla; lo cual en principio será una solución, pero que se complicará, como generalmente ocurre con las cosas del corazón y con los enredos cortesanos. Los mejores momentos del filme son aquellos en que Cazotte demuestra su sensibilidad ante la belleza de Ehrengard y la retrata subrepticiamente cuando ella se baña desnuda al amanecer en un lago cercano.
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