martes, 13 de diciembre de 2022

“ARDIENTE PACIENCIA”

A veces es difícil precisar cuál es el sentido de reversionar una cinta que ya ha sido filmada con éxito estético y de público, incluso en dos oportunidades anteriores. Tal vez la explicación está en que es la primera película que Netflix produce en Chile y se quiso recurrir a una “sandía calada”, como se dice popularmente. Esta duda surge al ver “Ardiente Paciencia” (2022), cinta dirigida por el cineasta chileno Rodrigo Sepúlveda, que está basada en la novela homónima del escritor nacional Antonio Skármeta; y que relata una relación de ficción entre el poeta Pablo Neruda (Claudio Arredondo) y el cartero que lo atendía en su casa en Isla Negra, Mario Giménez (Andrew Bargsted). El argumento ya había sido llevado al cine por el propio Skármeta en 1983, con Roberto Parada en el rol de Neruda; y luego por Michael Radford en 1994, con Phillipe Noiret en el papel del poeta; en dos cintas muy bien evaluadas; por eso llama la atención esta tercera versión, en relación a su oportunidad. Sepúlveda, de 63 años, había dirigido cuatro largometrajes: “Un Ladrón y su Mujer” (2002), “Padre Nuestro” (2005), “Aurora” (2014) y “Tengo Miedo Torero” (2020), demostrando talento y oficio, especialmente en las adaptaciones literarias y en el desarrollo narrativo de los personajes. De hecho, estas son las principales virtudes de “Ardiente Paciencia”. Amén de la evolución de la relación amorosa entre Mario y Beatriz (Vivianne Dietz); la oposición de su madre, Elba (Paola Giannini); y el apoyo al cartero no sólo de Neruda, sino también de sus padres, Jorge (Pablo Macaya) y Elvira (Trinidad González); y de su jefe, Cosme (Rodolfo Pulgar); lo más interesante es la transformación y madurez que va alcanzando el cartero, de una forma amable y poco conflictiva. Esta es la principal diferencia de esta versión con las anteriores. Su tono es de comedia y alejado de pugnas existenciales importantes; incluso el contexto sociopolítico del país (precandidatura de Neruda y días previos a la elección del Presidente Salvador Allende) es tratado sin mucha profundidad; lo que conspira contra la valoración integral del filme, una recreación agradable de una historia intensa y romántica.

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