“EL ANGEL DE LA MUERTE”

En un thriller psicológico es fundamental el guion y la dosificación de la entrega de los antecedentes al espectador; de modo que éste vaya lentamente conociendo la verdad de los hechos. Esto ocurre en “El Angel de la Muerte” (2022), cinta dirigida por el cineasta danés Tobías Lindholm y que está basada en la novela homónima del escritor estadounidense contemporáneo Charles Graeber; y que cuenta la historia verídica del enfermero Charlie Cullen (Eddie Redmayne), un asesino en serie que, desde 1987 en Estados Unidos, mató docenas de pacientes en diversos hospitales, aplicándoles medicamentos contraindicados, levantando sospechas que nunca fueron investigadas. Lindolm, de 45 años, había dirigido anteriormente tres largometrajes en su país de origen: “R” (2010), “Secuestro” (2012) y “Una Guerra” (2015), en las cuales su preocupación central gira en torno a la violencia y su contexto social. En “El Angel de la Muerte” sigue desarrollando la misma temática, ya que Cullen, cuando es interrogado por su colega y amiga, Amy Loughren (Jessica Chastain), acerca de su motivación para matar, indicó que “nadie me detuvo”, haciendo alusión a la cultura de esconder bajo la alfombra los problemas internos en los centros asistenciales, con tal de proteger su imagen pública. Y esto se hubiera repetido en el último hospital al que llega Cullen, si no es por el compromiso y persistencia de los detectives Danny Baldwin (Nnamdi Asomugha) y Tim Braun (Noah Emmerich), que incluso deben luchar contra la desidia de su jefe y del fiscal, que no quieren contrariar a la Directora del hospital, Linda Garran (Kim Dickens). Los policías encontrarán en Amy la aliada que les permitirá cambiar la historia de este aparentemente buen enfermero y que luego recibió como apodo el del nombre de la cinta. Aparte de las buenas actuaciones, impresiona en el filme el nivel de impunidad con que actuó durante años Cullen y la determinación con que lo enfrentó Amy, a pesar de la amistad entre ellos y de cuánto la cuidó por una afección cardíaca, que le impedía trabajar normalmente y que, paradójicamente, la tuvo al borde de la muerte.