martes, 15 de enero de 2019

“MAQUINAS MORTALES”

El Futurismo en el cine da por sentado que la Humanidad va en dirección a la autodestrucción o a una suerte de Apocalipsis; por lo tanto muchas de las películas de este género comienzan con posterioridad a ese momento de exterminio, en el cual sobreviven unos pocos, generalmente los más fuertes o los que tienen mayor capacidad de adaptación.

“Máquinas Mortales” (2018), cinta dirigida por el cineasta neozelandés Christian Rivers y basada en el libro de Philip Reeve, se inscribe dentro de esta línea, en la que se parte del supuesto de que finalmente la especie humana no pudo impedir la destrucción del mundo, a manos de sus propios congéneres. A pesar de eso, curiosamente, se mantienen los mismos conflictos que antes: los buenos contra los malos, los más o menos solidarios, los más o menos contaminantes; es decir, aunque la población es mucho menor, efectivamente no se ve un mundo diferente, sino uno en el cual la Ley de la Selva está mucho más abiertamente declarada, eso es todo. En esta línea, cabe recordar la cinta “Mad Max” (1979) del australiano George Miller, que abrió una veta a este subgénero.

Rivers, de 44 años, dirige su ópera prima con “Máquinas Mortales”; pero antes había trabajado en varias películas con el neozelandés Peter Jackson. De hecho Jackson es uno de los guionistas y productores en “Máquinas Mortales”, lo que habla de la vigente influencia del gran director de “El Señor de los Anillos” sobre Rivers. Esta se manifiesta en el hecho de que en este estreno se da mayor importancia a los personajes y a la historia que sobre los efectos especiales; o dicho de otra manera, que estos últimos están al servicio del argumento y que nunca se utilizan porque sí o como una manera fácil de llamar la atención del espectador o de plantear una supremacía de la acción por sobre los conflictos o desafíos que impone la historia que le da sentido al filme.

En este futuro incierto, las grandes ciudades se transforman en urbes depredadoras que fagocitan a los pequeños pueblos y que se trasladan buscando a sus nuevas presas. En este caso además, son dos los personajes que concentran la atención del espectador: un historiador y museólogo de la ciudad de Londres, Tom (Robert Sheehan) y la renegada Hester Shaw (Hera Hilmar), que lo único que desea es vengarse del asesino de su madre, Thadddeus Valentine (Hugo Weaving), que comanda a la ciudad de Londres y que tiene el proyecto de adueñarse del mundo y acabar con los rebeldes.

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