Hay quienes
reclaman que el cine chileno sólo muestra pobreza y conflictos; y que
temáticamente no supera aún el trauma del Golpe de Estado de 1973. Reclaman
porque no se muestra ese Chile exitoso macroeconómicamente y una forma de vida
más positiva, acorde con su imagen internacional.
Bueno, aquí
tienen una cinta que se sale de ese molde; pero que lamentablemente tiene una
calidad muy baja; y que hace pensar que no es casualidad que las buenas cintas
nacionales interpreten críticamente la realidad, la historia y la idiosincrasia
nuestra; porque el cine amén de ser una expresión personal, también es una
manifestación cultural, no simplemente un mecanismo de entretención y un
lucrativo negocio.
“Qué Pena tu
Boda” (2011), dirigida por Nicolás López, es una cinta cuyo referente
cinematográfico es la comedia “idiota” de Hollywood; con personajes
esquemáticos y situaciones burdas, carentes ambos de profundidad y
credibilidad.
López, de 28
años, había dirigido con anterioridad los largometrajes “Promedio Rojo” (2004),
“Santos, la Película” (2006) y “Qué Pena tu Vida” (2010), filmes en los cuales
demuestra a cabalidad que no pertenece a la intelectualidad chilena, pero sí a
la inteligencia comercial, ya que sus películas son estruendosos éxitos de
taquilla.
“Que Pena tu
Boda” no es una total debacle gracias a la buena actuación de los dos actores
principales: Ariel Lévy, que interpreta a Javier Hernández, un publicista que
no quiere crecer; y Andrea Velasco, que encarna a Angela de María, su novia y
amiga por veinte años, que tampoco sabe qué hacer con su vida. Todo un retrato
de la juventud chilena.
Los personajes
secundarios son un verdadero desastre: una pareja de homosexuales maqueteados
(Felipo Avello y Nicolás Martínez), una amiga imbécil (Paz Bascuñán), la
seductora adolescente (Lorenza Izzo), los padres de Javier: una cuica
insoportable (Claudia Celedón) y un carabinero limítrofe (Ramón Llao), el jefe
ciego (Willy Semler) y los indigeribles padres de Angela (Julio Jung y Liliana
Ross), que demuestran que López tiene un talento envidiable para desperdiciar
buenos actores y para retratar a esos chilenos light, que muchos echan de menos
en el cine nacional.
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