miércoles, 29 de abril de 2009

“MILK”

Cuando el cine lleva a la pantalla la biografía de un personaje polémico de la historia, sea reciente o anterior, se hace patente que esta disciplina es un arte de masas, ya que se levanta una nueva discusión sobre los planteamientos y obra del individuo recreado, ampliando y actualizando la controversia original.

Esto queda de manifiesto con la exhibición de “Milk” (2008), la última cinta de Gus van Sant, basada en los últimos ocho años de vida del activista del movimiento gay estadounidense Harvey Milk (1930-1978), el primer homosexual que llegó a ocupar un cargo público por elección popular en el país del norte, alcanzando un impacto social, cultural, político y mediático, que tiene irradiaciones hasta la actualidad.

Milk (un impecable Sean Penn) nació en Nueva Cork y siempre escondió su sexualidad hasta que se trasladó a San Francisco, donde “salió del clóset”, de acuerdo a la misma expresión que se reitera en el filme. Allí se instaló en la calle Castro, del distrito del mismo nombre, con una tienda de fotografía, que sería el epicentro de sus campañas por los derechos de los homosexuales y de las demás minorías; y por ser supervisor de la ciudad, objetivo que lograría en su tercer intento.

Lo interesante de la cinta es que no se queda en el perfil político de Milk, sino que lo retrata como ser humano, sensible y preocupado de sus parejas, con quienes llevó tormentosas relaciones: primero con Scott Smith (James Franco), luego con Cleve Jones (Emile Hirsch) y por último con Jack Lira (Diego Luna). Además, el filme desarrolla acertadamente las personalidades de su equipo de trabajo, que lo acompañó por años hasta el triunfo: Anne Kronenberg (Alison Pill), Danny Nicoletta (Lucas Grabeel) y Michael Wong (Kelvin Yu), entre otros, los que aparecen con fotos reales al final de la cinta, junto con sus destinos luego del asesinato de Milk, para acentuar el sentido documental de la película.

Van Sant, de 56 años (Mala Noche, Drugstore Cowboy, Mi Mundo Privado, Todo por un Sueño, En Busca del Destino, Psycho, Descubriendo a Forrester, Elefante, Last Days, Parque Paranoia), demuestra en Milk su capacidad narrativa y su eficacia para que el espectador simpatice con una causa que puede parecerle ajena, pero que finalmente va en beneficio de todas las minorías en Estados Unidos: ancianos, negros, latinos, discapacitados, mujeres.

Desde el punto de vista formal, la cinta es un gran racconto, provocado por Milk, quien graba su testamento, su historia y sus ideas; en el avatar de que sea asesinado, en una clara premonición de que correrá el mismo destino de muchos adelantados en la lucha por los derechos civiles.

Con este mecanismo, además, van Sant, deja de manifiesto que los importante en la cinta no son los acontecimientos de la vida de Milk, sino sus planteamientos, las relaciones que estableció y el tremendo compromiso con que vivió su vida.


Alvaro Inostroza Bidart

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