jueves, 28 de diciembre de 2023

“JUEGO LIMPIO”

El mundo de las finanzas es despiadado, más aún en Wall Street, Nueva York; el centro neurálgico de las grandes transacciones comerciales a nivel planetario. Ahora, si en el medio de ese ambiente se intenta una relación amorosa, es posible que termine siendo condenada al fracaso por la competitividad y el machismo imperante. Ese parece ser el sentido de “Juego Limpio” (2023), cinta dirigida, escrita y producida por la cineasta estadounidense Chloé Domont; y que podría ser definida como un thriller psicológico; centrándose con fuerza y profundidad en la relación sentimental de Emily (Phoebe Dynevor) y Luke (Alden Ehrenreich), dos analistas de una compañía de inversiones, que viven juntos a escondidas hace dos años, porque va en contra de las políticas de la empresa. Domont, de 36 años, había dirigido anteriormente varios cortometrajes y series de televisión; lo que justifica el buen nivel de “Juego Limpio”, a pesar de ser su primer largometraje. Lo que más impresiona es el crudo retrato de las relaciones al interior de esta compañía de inversiones, donde se mueven millones de dólares, con un alto nivel de riesgo. En un principio, a pesar de su clandestinidad como pareja, Emily y Luke son felices y apasionados, y piensan casarse y oficializar su relación frente al mundo; pero el ascenso de Emily como gerente complica y resquebraja el entendimiento entre ambos; sobre todo porque se suponía que el que ascendería primero sería Luke; el cual, aunque no lo reconozca, termina siendo tragado por la frustración y el resentimiento. El jefe directo de Luke, Rory (Sebastian de Souza); otro gerente, Paul (Rich Sommer) y el gerente general, Campbell (Eddie Marsan), sobre todo este último, simbolizan magistralmente el poder y la falta de consideración con que tratan a los funcionarios, cuando estos se equivocan o no logran las ganancias que se esperan, luego de cada operación financiera en que arriesgan su futuro. Lo único que se podría criticar de la cinta es que en todo momento pareciera que la gran tensión permanente va a estallar en un hecho catastrófico o delictual, que nunca llega; lo que produce una sensación de insuficiencia, digerible al fin y al cabo, por el buen nivel general de la cinta.

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