martes, 10 de octubre de 2023

“EL CONDE”

La sátira es un género que permite distanciarse y hacer soportable hechos que, de otro modo, resultarían demasiado terribles a los ojos de un espectador medianamente sensible. El riesgo es que los acontecimientos presentados se deshumanicen un poco y el intelecto termine por imponerse sobre las emociones que debieran provocar crímenes, robos y traiciones. Esto ocurre en buena medida con “El Conde” (2023), cinta dirigida y escrita por el cineasta nacional Pablo Larraín; que en su mejor filmografía se ha caracterizado por escarbar en aspectos más bien oscuros de nuestra historia de los últimos cincuenta años. Entre sus filmes anteriores destacan “Tony Manero” (2008), “Post Mortem” (2010), “No” (2012), “El Club” (2015), “Neruda” (2016) y “Ema” (2019). En “El Conde” nos presenta la historia del dictador Augusto Pinochet (Jaime Vadell), como un vampiro que ha vivido 250 años y que se vive retirado en una isla, después de haber sido acusado por asesinatos y robos. Solo lo acompañan su esposa, Lucía Hiriart (Gloria Munchmeyer), y el servil ex torturador Krasnoff (Alfredo Castro). La narradora es Margaret Thatcher (Stella Gonet), quien solo aparece en la parte final del filme y resulta ser la madre de Pinochet. Cansado de la vida, Pinochet quiere morir; ante lo cual acuden sus cinco inútiles hijos, preocupados por la herencia que recibirán. Luciana (Catalina Guerra), Mercedes (Amparo Noguera), Jacinta (Antonia Zegers), Aníbal (Marcial Tagle) y Manuel (Diego Muñoz) representan lo peor de la burguesía chilena, que tan bien conoce Larraín. La monja Carmen (Paula Luchsinger), contadora y exorcizadora, simboliza el encubrimiento y la ambición; oscilando entre Dios y Satanás. Los momentos más logrados del filme son cuando Pinochet dialoga libremente con Krasnoff y con su esposa, naturalizando la brutalidad y la corrupción de sus años de dictadura. También es un punto destacable, la cuidada visualidad de este filme en blanco y negro, con escenas de alto valor estético; como los vuelos de Carmen, cuando recién es mordida por Pinochet; el paisaje de la isla, que parece una salitrera decadente; o las navegaciones hacia y desde la isla, que semejan el tránsito hacia y desde el infierno.

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