“EL PRODIGIO”

Más allá de la discusión de si existe un Nuevo Cine Chileno o no, es irrefutable que existen importantes cineastas en nuestro país, que han alcanzado incluso figuración internacional, y bien merecida. Uno de ellos es Sebastián Lelio, del cual acaba de estrenarse su última cinta, “El Prodigio” (2022), la cual fue dirigida y escrita por él, y basada en la novela homónima de la escritora irlandesa contemporánea Emma Donoghue; y que relata un supuesto caso de santidad de la niña Anna O’Donnell (Kila Lord Cassidy), ambientado en la zona rural de Irlanda. Lelio, de 48 años, dirigió anteriormente siete largometrajes: “La Sagrada Familia” (2005), “Navidad” (2009), “El Año del Tigre” (2011), “Gloria” (2013), “Una Mujer Fantástica” (2017), “Desobediencia” (2017) y “Gloria Bell” (2018), en los cuales se destaca el tratamiento de temáticas conflictivas al interior de familias tradicionales, con personajes que luchan para asumir su propia identidad y vivir libremente. En “El Prodigio”, el Concejo del pueblo, conformado por el Dr. Mc Brearty (Toby Jones), Sir Otway (Dermot Crowley), el Padre Thaddeus (Ciarán Hinds) y John Flynn (Brian O’Byrne) contratan a la monja Michael (Josie Walker) y a la enfermera Lib Wright (Florence Pugh) para que observen a Anna dos semanas y emitan un informe, ya que teóricamente lleva 4 meses sin comer. El conflicto central del filme es la percepción científica de Lib sobre Anna y su debilitamiento paulatino, que la acerca cada vez más a la muerte; y el fanatismo religioso de los padres de Anna, Rosaleen (Elaine Cassidy) y Malachy (Caolan Byrne), que están dispuestos a sacrificar a su hija, porque irá al cielo junto a Dios. Un rol clave tendrá el periodista Will Byrne (Tom Burke), enviado desde Dublín para cubrir el caso, como elemento externo al pueblo, pero que también entiende la situación, ya que se crio en el lugar. El conflicto moral se traduce acertadamente en una fotografía de tonos ocres en los exteriores y con luz de vela en los interiores, que transmiten la opresión de vidas constreñidas a concepciones religiosas, prácticamente inamovibles.