martes, 11 de septiembre de 2018

“LA MONJA”

A veces pareciera que el género de terror está agotado, por la tremenda cantidad de películas de este tipo que se produce anualmente en Hollywood, industria que sobre explota todos los filmes que le reportan mayores utilidades que lo esperado y que se transforman en un boom.

Uno de estos superéxitos fue “El Conjuro” (2013), cinta que dirigió James Wan, y que ha generado múltiples consecuencias. Un modo de efectuar este sobre negocio son las secuelas y precuelas. En este caso, “La Monja” (2018), película dirigida por el cineasta británico Corin Hardy, es una precuela de “El Conjuro”, aunque la relación solamente se establece en el desenlace de “La Monja”.

Hardy, de 43 años, sólo había dirigido anteriormente un largometraje, “Los Hijos del Diablo” (2015), del mismo género; a pesar de lo cual supera la prueba con bastante acierto, principalmente por las buenas interpretaciones en los tres roles protagónicos: la Hermana Irene (Taissa Farmiga), el Padre Burke (Demián Bichir) y la propia Monja (Bonnie Aarons).

Los dos primeros son los enviados por el Vaticano a investigar la muerte por ahorcamiento de una monja en un remoto convento de claustro de Rumania, cuya edificación se remonta a varios siglos, siendo previamente un castillo en el cual se practicaba la magia negra. A este par de religiosos se suma Frenchie (Jonas Bloquet), un franco-canadiense que lo transporta al monasterio desde el pueblo más cercano y que se transformará en pieza vital en el resultado de la investigación.

Uno de los aspectos logrados es el entorno natural del convento: grandes árboles, que en la noche dan una lúgubre sombra; un cementerio descuidado y oscuro; y lo apartado e incomunicado que se encuentra el majestuoso edificio de cualquiera otra manifestación humana.

Luego, la condición de pureza que se le atribuye a Irene, que en realidad es una novicia, que sólo tomará los votos del Padre Burke cuando se produzca el enfrentamiento final, resulta creíble y natural; y se complementa con el actuar de Burke, que claramente es superado por las fuerzas del Mal, pero que conoce a la perfección otras casuísticas similares y los procedimientos a seguir. “La Monja” entretiene y logra su objetivo: mantener al espectador en vilo y con los nervios de punta.

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