martes, 21 de agosto de 2018

“¿COMO ANDAMOS POR CASA?”

Hay cintas del género comedia que claramente no tienen pretensiones estéticas y que simplemente buscan que el espectador pase un buen rato y se ría de buena gana; pero sin caer en facilismos como el lenguaje grosero y procaz o personajes estereotipados y sin ninguna consistencia.

Esto se agradece finalmente, ya que nos evita descalificar a una película por presuntuosa y fallida o por ordinaria y desechable. Además, una comedia honesta siempre será un retrato, más o menos acertado o profundo, de la sociedad mostrada, en el corte de tiempo de la producción.

Esto ocurre con “¿Cómo Andamos por Casa?” (2018), filme dirigido y escrito por el cineasta chileno Boris Quercia; que relata el presente de los Ahumada, familia de clase media santiaguina, con todos los problemas y pequeñas alegrías; y que se sustenta también en buena medida por la acertada actuación en los roles protagónicos del matrimonio Ahumada, Eduardo (Boris Quercia) y Rocío (Amparo Noguera).

Quercia, que en unos días cumple 51 años, había dirigido anteriormente tres largometrajes: “LSD” (2000), “Sexo con Amor” (2003) y “El Rey de los Huevones” (2006), de irregular resultado y que demuestran una fuerte predisposición a la comedia, género que repite en esta oportunidad, pero con mayor acierto y prolijidad que en los trabajos anteriores, especialmente porque los personajes resultan más realistas y se comunican con un lenguaje más creíble.

Eduardo es un empleado medio en una empresa de servicios y Rocío tiene una pequeña tienda de alimentos para mascotas; es decir cuentan con un presupuesto restringido y una vida mediocre, en la que se ha descuidado el amor y en la cual no conocen y asumen la verdadera realidad de sus hijos adolescentes: Valentina (Florencia Berner) es nadadora de élite pero se droga y Federico (Fernando Gutiérrez) sufre de bullyng y está comprándose un arma por internet para vengarse de los abusadores, roles que también resultan convincentes.

El problema de credibilidad se produce con algunos personajes secundarios, que no alcanzan a dañar severamente la apreciación global de la cinta, como son Marco (Felipe Castro), ex amante de Rocío, demasiado inocente; y el sumiso gallego (Luis Pablo Román), que llega a vivir un mes a la casa.

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